Hoy Sonsi cumple 15 años.
En febrero, en Quequén,
cuando yo imaginaba lo que creía una historia divertida: que bajaba
algún marinero chino de un barco llamado ciudad de Wuhan y que
teníamos que quedarnos todxs allá confinadxs mirando el mar, sin
saber que lo que vendría sería bastante peor que la fantasía; ese
febrero del que solo pasaron ciento cincuenta días y no ciento
cincuenta mil años como parece, Sonsi nos taladraba todos los días
en el desayuno, el almuerzo, la cena, la playa, el parque, con sol
con lluvia, con viento, preguntando qué era mejor hacer para
festejar sus 15 años si un viaje a algún lugar del mundo o una
fiesta en el Zamorano. Algunas mañanas prefería viaje, a New York,
a Madrid, con Maite o con Pili o con Valen o con dos de tres o con
una. Otras mañanas pensaba en cómo sería su fiesta, más parecida
a la que hizo Valen o como la de Maite, si iba a separar la recepción o
armar todo en un mismo lugar, a llamar al mismo DJ, si iba a contratar el
mismo catering o si la mesa principal sería redonda, cuadrada o
hexagonal.
Después llegó el
vértigo, nos encerramos y Sonsi dejó de pensar en su festejo. Ahora
solo quiere saber si en algún momento podrá volver a
viajar o a festejar, a hacer algo. En estos cuatro meses cada uno y cada
una de las personas que vivimos en esta casa está poniendo lo mejor
para que la convivencia de once sea lo más tolerable posible, a
veces sale y otras no. Pero a Sonsi le sale todo el tiempo y con una
sonrisa. A veces en chiste le digo que si alguien se tiene que llevar
el premio de la cuarentena es ella. Lo único malo que hace es mandar
stickers por wa un poco groseros, de esos que te da miedo apretar mal y después mandárselos a cualquiera, pero por ahora solo eso. Está altísima, vive con los elephants puestos 24/7 de
ropa, de pijama, de todo. Nunca se duerme antes de las 5 o 6 am,
series, videollamadas, zoomes. Pero creció. Y hoy cumple 15.
Nació a la madrugada, un
poco antes de tiempo y bastante rápido. Habíamos alquilado Madame
Sata, cuando terminamos de verla me dí cuenta de que se me había
roto la bolsa, pensé que me dormía y a la mañana siguiente ya me
iba a internar, pero Luis me dijo “mejor vamos ahora”. A las 5
menos cuarto nació Sonsi. Mientras esperabamos en la sala de
preparto jugábamos a un juego de armar palabras en la tele. Fue el
primer parto con Claudia, mi médica a la que ya no iba a abandonar
más, el primer parto sin episiotomía, el último parto de mi vida
anterior.
Cuando Sonsi tenía casi dos años, algunas mañanas sólo nos levantábamos
de la cama porque venía a pedirnos su mamadera y aunque tardó en
hablar creo que tanto Luis como yo entendíamos que nos necesitaba
para empezar su día. En esa misma época la bautizamos y festejamos
sus dos años. Fueron días muy fríos, ese año además nevó. En
todas las fotos que tenemos Sonsi aparece con un saco blanco de lana.
También me acuerdo de que en su cumple de 2 preparé mate pero
hirvió el agua y la tuve que tirar y calentar otra.
Siguió tomando mamadera
hasta bastante grande pero le cortaba las tetinas por la mitad,
también las llenaba de yogurth y las metía en el microondas. Una
vez se cayó por la escalera y se abrió abajo del mentón, le puse
la gotita para pegarla; le quedó una cicatriz imperceptible. El
primer año que fue a scouts no la dejamos ir al campamento de verano
porque pensamos que era un poco chica. Cuando fuimos a despedir a
Maite una nena le dijo “Sonsi!!! ¿venís?” y Sonsi me miró,
miró a la nena y le dijo “No, no”. Le dije no importa Sonsi, vas
en invierno, pero ese invierno tampoco pudo ir porque le agarró
neumonía.
Mientras crecía nos
reíamos de ella, le decíamos que era medio pava, que lloraba por
cualquier cosa. Xime su madrina, la defendía siempre. El año que
hizo el curso de ingreso sacó notas altísimas y todo el tiempo
parecía decirnos “¿Vieron que no soy tonta?”. Ayer me dijo que
nunca le pongo nada para su cumple, por eso decidí escribir estas
cosas que me acuerdo, a lo mejor porque no hay fiesta, a lo mejor
porque la veo tan grande, a lo mejor porque hace frío.
O tal vez porque sea una
manera de decirle que tenga paciencia, que ya van a llegar los
tiempos de festejos, de viajes, de juntadas.
Y que por ahora siga
sosteniendo en alto la sonrisa preciosa de sus 15 años.