jueves, 30 de julio de 2020

Sonsi




Hoy Sonsi cumple 15 años.
En febrero, en Quequén, cuando yo imaginaba lo que creía una historia divertida: que bajaba algún marinero chino de un barco llamado ciudad de Wuhan y que teníamos que quedarnos todxs allá confinadxs mirando el mar, sin saber que lo que vendría sería bastante peor que la fantasía; ese febrero del que solo pasaron ciento cincuenta días y no ciento cincuenta mil años como parece, Sonsi nos taladraba todos los días en el desayuno, el almuerzo, la cena, la playa, el parque, con sol con lluvia, con viento, preguntando qué era mejor hacer para festejar sus 15 años si un viaje a algún lugar del mundo o una fiesta en el Zamorano. Algunas mañanas prefería viaje, a New York, a Madrid, con Maite o con Pili o con Valen o con dos de tres o con una. Otras mañanas pensaba en cómo sería su fiesta, más parecida a la que hizo Valen o como la de Maite, si iba a separar la recepción o armar todo en un mismo lugar,  a llamar al mismo DJ, si iba a contratar el mismo catering o si la mesa principal sería redonda, cuadrada o hexagonal.

Después llegó el vértigo, nos encerramos y Sonsi dejó de pensar en su festejo. Ahora solo quiere saber si en algún momento podrá volver a viajar o a festejar, a hacer algo. En estos cuatro meses cada uno y cada una de las personas que vivimos en esta casa está poniendo lo mejor para que la convivencia de once sea lo más tolerable posible, a veces sale y otras no. Pero a Sonsi le sale todo el tiempo y con una sonrisa. A veces en chiste le digo que si alguien se tiene que llevar el premio de la cuarentena es ella. Lo único malo que hace es mandar stickers por wa un poco groseros, de esos que te da miedo apretar mal y después mandárselos a cualquiera, pero por ahora solo eso. Está altísima, vive con los elephants puestos 24/7 de ropa, de pijama, de todo. Nunca se duerme antes de las 5 o 6 am, series, videollamadas, zoomes. Pero creció. Y hoy cumple 15.

Nació a la madrugada, un poco antes de tiempo y bastante rápido. Habíamos alquilado Madame Sata, cuando terminamos de verla me dí cuenta de que se me había roto la bolsa, pensé que me dormía y a la mañana siguiente ya me iba a internar, pero Luis me dijo “mejor vamos ahora”. A las 5 menos cuarto nació Sonsi. Mientras esperabamos en la sala de preparto jugábamos a un juego de armar palabras en la tele. Fue el primer parto con Claudia, mi médica a la que ya no iba a abandonar más, el primer parto sin episiotomía, el último parto de mi vida anterior.

Cuando Sonsi tenía casi dos años, algunas mañanas sólo nos levantábamos de la cama porque venía a pedirnos su mamadera y aunque tardó en hablar creo que tanto Luis como yo entendíamos que nos necesitaba para empezar su día. En esa misma época la bautizamos y festejamos sus dos años. Fueron días muy fríos, ese año además nevó. En todas las fotos que tenemos Sonsi aparece con un saco blanco de lana. También me acuerdo de que en su cumple de 2 preparé mate pero hirvió el agua y la tuve que tirar y calentar otra.

Siguió tomando mamadera hasta bastante grande pero le cortaba las tetinas por la mitad, también las llenaba de yogurth y las metía en el microondas. Una vez se cayó por la escalera y se abrió abajo del mentón, le puse la gotita para pegarla; le quedó una cicatriz imperceptible. El primer año que fue a scouts no la dejamos ir al campamento de verano porque pensamos que era un poco chica. Cuando fuimos a despedir a Maite una nena le dijo “Sonsi!!! ¿venís?” y Sonsi me miró, miró a la nena y le dijo “No, no”. Le dije no importa Sonsi, vas en invierno, pero ese invierno tampoco pudo ir porque le agarró neumonía.

Mientras crecía nos reíamos de ella, le decíamos que era medio pava, que lloraba por cualquier cosa. Xime su madrina, la defendía siempre. El año que hizo el curso de ingreso sacó notas altísimas y todo el tiempo parecía decirnos “¿Vieron que no soy tonta?”. Ayer me dijo que nunca le pongo nada para su cumple, por eso decidí escribir estas cosas que me acuerdo, a lo mejor porque no hay fiesta, a lo mejor porque la veo tan grande, a lo mejor porque hace frío.
O tal vez porque sea una manera de decirle que tenga paciencia, que ya van a llegar los tiempos de festejos, de viajes, de juntadas.  
Y que por ahora siga sosteniendo en alto la sonrisa preciosa de sus 15 años.