domingo, 18 de octubre de 2015

Fotos






Hace un tiempo que tengo arriba del escritorio esta foto. Me la trajo mi mamá en un sobre junto con una de mi abuela muy joven, antes de venirse para la Argentina, en la puerta de su casa de Zamora con el mismo traje que me pongo para los aniversarios del Zamorano.
La foto es de la sala de cuatro del jardín de la escuela República de Chile en la Boca. Cuando la mostré en casa me dijeron que estaba igual a Consu. A veces me gusta que me encuentren parecidos con mis hijas.
Veo en la foto que iba sin delantal, no sé por qué; tampoco sé por qué, viviendo en Palermo, iba a un jardín en la Boca. Me acuerdo de algunas cosas: la cuadra de la escuela estaba llena de veredas con escaleras; un día nos fuimos de excursión a una plaza que estaba cerca, a buscar hojas de los árboles porque empezaba el otoño y subíamos y bajábamos haciendo equilibrio entre los escalones.
Para un acto de fin de año tenía que bailar disfrazada de española. Mi mamá me ponía todas las tardes El sombrero de tres picos en un tocadisco chiquito para que ensayara el baile. El día del acto trajeron a mi abuela, supongo que porque ella había nacido en España. No me acuerdo pero me contaron que me quedé toda la canción parada en el medio del escenario sin moverme. Sí me acuerdo que mi abuela después me llevó a una feria que había en alguna calle cerca de su casa y en un carrito me compró unas sandalias lindísimas. A veces pienso en ella: cómo se animó a cruzar el océano con un bebito de días que debe haber llorado todo el viaje.Algunos años después de esta foto mi papá me llevó al Cosmos a ver el Acorazado Potemkin; no me dejaron entrar porque era prohibida para dieciocho. Solo vi los afiches de la película en el hall del cine y me imaginé que era un barco así en el que había venido mi abuela.





Ya está por amanecer. Sabe que cuando el sol salga todo termina. Sabe que cuando el sol salga también va a salir alguien de ahí adentro a buscarla, a explicarle por qué las cosas nunca terminan como uno quiere que terminen. Va a tener que subir al ascensor, tocar el timbre, entrar al abismo. Sabe que a partir de ahí todo se va a volver infinitos kilos de piedras, sabe que será ella la que tenga que llenar los silencios porque los demás no van a tener palabras, sabe que va a tener que esquivar el espumoso coral que dejará el jabalí cada mañana. Cuando el sol salga va a verse los ojos, más cansados que nunca, para decidir cómo y por dónde quiere seguir. En algún lado escucha que alguien dice es la mamá del chico que se está muriendo. Decide que no es para ella, no es la mamá de nadie y nadie se está muriendo. Como cuando lo sacaron para el quirófano, en aquel hospital lleno de gente por los pasillos. Salió una enfermera a decirle a todo ese público que estaba ahí instalado que iban a pasar con un chico que tenían que operar, que por favor se fueran o que no miraran. Nunca se dio cuenta de quién era que pasaba en la camilla, hasta que se le acercó una mujer y mirándola le dijo: “Es su hijo ¿no? Porque tiene los ojos de la mamá”. Y lo que pondría contentísima a cualquier madre le sonó, en ese momento, casi como un insulto. Ahora sabe que cuando el sol salga el Acorazado va a entrar al puerto encañonado por la tropa zarista con la segura bandera de la derrota que flamea en sus mástiles oxidados.




Sábado
Tarde de hamacas en el club.
Lolita no está en la hamaca porque dio una voltereta en el aire y se asustó.
Valen también vino con nosotros pero está en una reposera tomando sol.
Pili se fue al CENBA rock con sus amigos: un Woodstock estudiantil
Maite se fue a los scouts. A Sonsi, a Consu y a Ruli las dejamos a la mañana en el Parque Sarmiento en un día de juegos. Las cuatro van a volver llenas de sol, contentísimas y muy cansadas.
Octi, Estani y Total que aprenden a hamacarse solos, príncipes del viento.
Más tarde van a ir a Mac Donalds a un cumple. La chica que anima no va a entender el nombre de Estani, anota Stalin, “mejor Estani ponele” le dije yo, anota Stanly.
A la noche va a continuar la saga Mac Donalds. Maite invita con su plata a unas amigas, vamos al auto mac. Paga y le da cien pesos de más. Cuando estábamos volviendo nos damos cuenta de que le falta un billete: otra vez al auto mac a buscar el dinero. Ya de vuelta en casa abren las bolsas, ahora lo que falta es una hamburguesa.El auto casi ya va solo; en el automac en la caja nos están esperando con la bolsa de papel marrón, nos la dan inmediatamente.Y eso que no les digo que soy la mamá de Stalin

Falta una foto, la del día de la madre. Luis va a hacer un asado.
Le pedí que comprara tira de asado bien finita, matambre, provoleta y morcillas.
En el chino conseguí un Luigi Bosca.
Festejamos todos mis hijos, la abuela y Kp

A veces el Acorazado se abre paso en los pasillos de espuma y sus marineros entran al puerto con los puños en alto saludando a la bandera de la victoria.

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