El domingo un temporal de lluvia y de viento hizo que nos quedáramos adentro. El mar era un desierto de espuma plateada. Mientras lo miraba detrás de los ventanales sucios de sal leía La Borrasca, un cuento de Tolstoi. Y el mar se convirtió en la estepa bajo la tormenta de nieve.
Me acordé de una película rusa que me llevaron a ver al Cosmos cuando era chica. Se llamaba La estepa y era lentísima, todo pasaba en la estepa, en unos carros que la cruzaban, en el medio del viento y la furia; como el mar que el domingo rugía ahi afuera.
Pero no estaba basada en el relato de Tolstoi sino en uno de Chejov.
Hace dos veranos antes de dormirnos mirábamos Diario de un joven doctor, sobre un médico ruso en medio de la nada. Ahí también el mar le ponía el sonido a la estepa. El verano pasado veíamos una serie que transcurría en una isla en el mar del Norte.
También hay días lindos. Vamos a la playa cerca del mediodía. Los varones, a los que finalmente les llegó la varicela, se meten al mar con remera. Las nenas también para que nos les queden demasiadas marcas en el cuerpo. Hoy fueron al cangrejal con Luis, encontraron cangrejos diminutos. La orilla está llena de piedras que el mar desparrama por todos lados cuando empieza a crecer.
Algunas coincidencias: estoy leyendo también los diarios de Emilio Renzi. Me traje además Proust y Pavese, sin saber que todo el tiempo Renzi habla de Pavese y de Proust. También de Melville. Hace cuatro años acá mismo leia Moby Dick. La otra tarde Toto encontró en la orilla una vértebra marina,le dije que era de una ballena. Mi amiga Lucía también trajo los diarios de Renzi para leer. Antes de salir me olvidé en Buenos Aires la poesía reunida de Arnaldo Calveyra. La otra tarde hablando con Lucía me cuenta que trajo ese libro. Me promete también relatos de Bulgakov, el escritor ruso de las memorias del joven doctor. Googleo la serie porque no me acuerdo el nombre. Leo que uno de sus capítulos,¨La ventisca¨ recuerda algunos textos de Tolstoi como La borrasca.
Para hoy a la noche se anunciaba un eclipse de luna.
Estas noches hay luna llena, el mar brilla.
Si hay un eclipse, la luna se va oscureciendo hasta que su penumbra se vuelve rojiza.
Pero en Bahía de los Vientos la luna no cambió.
La taparon algunas nubes que en la noche parecian grises. Nunca se puso roja.
Los vidrios de las ventanas esconden el
eclipse.
Por lo menos por estos días.
Días plateados que ya se nos vienen encima.
No hay tantos eclipses posibles, ni tantas coincidencias.