Este cuatrimestre estoy
jugando cinco campeonatos, en cinco equipos distintos, de nombres
variados, algunos votados y otros impuestos.
Real Cólicas,
Quiricocho, Aquelarre, Kamchatka y Solanas. Y tengo una camiseta distinta para cada uno de ellos.
Cada uno tiene sus rasgos
propios, algunos son los mismos del año pasado y otros son nuevos.
Kamtchatka, por ejemplo, es
uno conformado en casi su mayoría por jugadoras sub 20, con ese
jugamos el campeonato de exalumnas del CNBA. Para decidir el nombre
hicimos una juntada en el parque Los Andes una tarde muy calurosa de
febrero, las chicas llevaron mate y aceitunas. Kamchatka compitió cabeza a
cabeza con Marta Royo y ganó; Marta Royo para las jugadoras era
solamente el nombre del libro de latín.
Este fin de semana tenía
que jugar el viernes a la noche, el sábado a la tarde, el domingo a
la mañana y el domingo a la tarde. Con el diluvio pensé que se iban
a suspender todos los partidos, pero no fue así. El viernes a la noche jugamos en
una cancha pesada por la cantidad de agua que tenía, la pelota se me
resbalaba de las manos y cuando la pateábamos salía para cualquier
lado. No importó, ganamos 11 a 0. Ese equipo se llama Quiricocho.
El sábado a la tarde los
árbitros antes de empezar los partidos le pasaban el secador a la
cancha, sacaban agua pero también sacaban caucho y ya que estaban
pasto artificial. A la hora que nos tocó jugar había salido el sol,
estaba todo pegajoso de calor. Terminé el partido jugando en corpiño. Lo
mejor fue que las rivales no fueron y las rivales de otro equipo
tampoco. Jugamos entonces un amistoso los dos equipos que las rivales
no se habían presentado. “Buena onda, amistoso”. Hasta que
metimos los goles y se acabó la buena onda y el amistoso. También
ganamos. Ese es Aquelarre Fútbol Club. Cuando decidimos el nombre
les mandé el fragmento de Las Brujas de Zugarrramurdi, ese
que dice “A mí las brujas no me dan miedo...”
El domingo empezaba el
campeonato de exalumnas, el de Kamchatka, el que en el grupo de wa
quedó bajo el nombre de Marta Royo por eso que cada vez que mandan
un mensaje parece que me está escribiendo la mujer. Me estrené mi
camiseta negra con CCCP en letras blancas y el 1 en la espalda.
No llovía pero el cielo
en cualquier momento se venía abajo. Llegué con el tiempo justo al
campo de deportes, el mismo en el que una tarde de otoño de hace 32
años me probé los pats, porque Coni ya los había usado un rato y
nos íbamos a turnar, y desde ahí ya nunca más abandoné el arco.
Todo conspira para que
este campeonato de exalumnas no tenga nada que ver con los otros
cuatro: el cemento, el área gigante, las chicas jovencisimas. En la
primera jugada fui al piso, tapé una pelota, estaba comiendo un
chicle y con el movimiento se me pegó a un perno que tengo sin
corona y se me salió. El perno me quedó dando vueltas por la boca,
con el consiguiente peligro de que me lo tragara. Pedí al árbitro
que parara el partido y le dije a una de las chicas que estaba afuera
“Cuidame el diente”, la pobre lo agarró y fue corriendo a
guardarlo en su mochila.
A los cinco minutos del
segundo tiempo el árbitro suspendió el encuentro porque se había
largado a llover bastante fuerte, por suerte porque ya me había
comido 3 goles, me había reventado el codo y la rodilla contra el
cemento y la cabeza contra la rodilla de una delantera.
Cuando nos estábamos por
ir me acordé de mi perno, me lo dieron y me lo volví a poner en la
muela con una templanza soviética, haciendo honor a mi camiseta de Yashin.
“Ay, pensé que era un arito” me dijo la pobre que lo había
tenido en custodia.
Gracias a la lluvia
también se suspendió el partido de la tarde. Hubiera sido el cuarto
en menos de 48 horas.
A la noche fuimos a comer
a Croxi. Les conté la historia del diente y las de los nombres de
los equipos. No me dieron mucha bola, ya casi que no me dan más bola con nada.
Les dije “Cuando yo tenga mi equipo ya tengo el nombre” y en vez de preguntarme cuál era el nombre Pili me bajó a la realidad “Pensá que ya por la edad no vas a poder tener tu propio equipo”.
Les dije “Cuando yo tenga mi equipo ya tengo el nombre” y en vez de preguntarme cuál era el nombre Pili me bajó a la realidad “Pensá que ya por la edad no vas a poder tener tu propio equipo”.
Y es cierto, si ya se me
salen los dientes en los partidos.
Mi papá nos contaba que cuando ellos jugaban en la vereda, antes de empezar los
partidos uno decía Aurieli y los otros le contestaban Diez y no era
otra cosa que lo que los chicos entendían de All Ready? Yes,
que era como empezaban los partidos verdaderos.
Así, en la próxima
vida, en esa en la que voy a ser arquera profesional, en la que voy a escribir el
libro de las canchas abandonadas, en la que voy a jugar campeonatos todos los días
de la semana, en la que voy a hacer tantas otras cosas, en esa vida mi equipo se va a llamar Aurieli Diez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario