El verano avanza. La casa se quedó un
poco vacía.
Pili se fue a Uruguay, si no le mando
mensajes preguntándole cómo está casi que no escribe.
Las cuatro scouts están acampando en
algún lugar de las sierras de Córdoba.
De las grandes solo se
quedó Valen. Dentro de pocos días cumple 24. Hoy me acordaba cuando
le fuimos a encargar el volado para la cuna una semana antes de que
naciera.
Los más chiquitos
quedaron acá como enjaulados: Octi rompió de un pelotazo la canilla
que llena la pileta, empezó a brotar agua de la pared como una cascada. Estani anda en bici arriba del barro. Toto se pintó el pelo
de verde. Loli está todo el día sentada frente a la compu viendo
unos videos en you tube de personas que hacen hablar a los juguetes.
Tengo una lista hecha con
mi lapicera de cartuchos rojos para cumplir en estos días: corregir
trabajos para mandar, escribir trabajos para mandar, sacar todos los
libros de la biblioteca y ordenarlos, vaciar Plaza, vaciar Serrano.
Pero todavía ni siquiera
saqué fotocopias aumentadas de la elegía de Lope sobre la que tengo
que escribir aunque le dije a Patricio que lo iba a hacer.
En Plaza solo revisé un
poco en medio del desorden, entre telarañas de todos los tamaños apareció un vinilo de Invasión 88. Creo que era de mi
hermano.
En Serrano aún no
incursioné pero sé que adentro de un baúl está la colección
completa de Doc Savage, como doscientos libros de un superhéroe que eran de mi papá y
que yo me devoré un verano en el que no encontraba nada para hacer. En ese
baúl también recuerdo haber visto los diarios del día que Fidel
entró a la Habana después de siete días de marcha, también en
enero.
El orden va a ser difícil
en ambas casas, pero en Serrano va a ser un poco peor.
Si hace calor nos
quedamos en la pileta. En el fondo del jardín hay unas plantas con
flores violetas, a las que vienen los picaflores. Creía que era
siempre el mismo pero Luis me mostró que hay uno que tiene el pico
naranja, otro unos matices azules entre las plumas y otro es todo
verde. Se detienen con las alas temblando y están poquísimos
segundos en cada una de las flores. Después salen volando. Los miro
y pienso dónde estará el nido.
En ese mismo cantero
crece otra planta que tiene flores amarillas y rojas. Una vez por
semana se llena de orugas que le comen hojas y flores, la dejan como
si se la hubieran comido las hormigas. Y a la semana siguiente el
jardín se llena de mariposas.
Siento como si estas
visitas y estas metamorfosis fueran lo único que pasa en estos días
de enero en los que la casa se quedó un poco vacía.
Estas tardes, cuando
bajaba un poco el sol, salí a algunos lugares.
A jugar al fútbol, a dar
una vuelta con Amali para despejarnos la cabeza, a tomar
vermouth con Luis a una esquina con sillas de chapa en la vereda, a
tomar cerveza con Vero en una terraza llena de lucecitas en donde
planeamos un asado.
Pero hubo también otros jardines, con
piedras, con escombros, con basura. En algunos pudimos hacer
milagros y en otros solamente acompañar mientras transcurre este enero en
el que parece que nada sucede mientras están pasando tantas cosas.