sábado, 28 de mayo de 2016

Paseos







Ayer acompañé a Loli y a Toto a una excursión con su salita. Nos fuimos a una biblioteca en el medio de la plaza de Barrancas.
Eran nueve cuadras, pero como iban la sala de 2 y la de 3 años fuimos en combi. Creo que caminando hubiéramos tardado quince horas.
En cada combi iban más o menos diez chicos, les atamos a todos los cinturones. A unos pobres, entre los que estaba Toto les enganché mal los broches y quedaron todos apretados, cuando empezaron a protestar justo llegamos a la biblioteca. Antes de entrar se sentaron en unos escalones y se sacaron fotos.
Las paredes estaban pintadas de blanco, adentro parecía que había más luz que en la plaza. Los recibió una mujer que les explicó dónde estaban y les preguntó si en la casa tenían libros, todos los chicos dijeron que sí menos Loli que respondió que en su casa no había libros, que solamente tenían una computadora y una escalera. La mujer, apenada por la pobre criatura  que no tenía biblioteca en la casa, le propuso que se armara una con cajas de zapatos viejas y yo pensé que lo único que nos falta es más basura. Después los chicos se tiraron en unos puffs que había en el piso, sacaron los libros y se pusieron a mirarlos.
Cuando se aburrieron de los libros escucharon atentos unos cuentos que les contaron. Se portaron muy bien, sacando Loli y Toto a los que tuve que llevar a hacer pis ciento cincuenta veces.
Creo que es la primera excursión que voy con ellos. El año pasado fui al Museo Sívori y al picnic de la primavera con Octi y Estani. De todas formas en estos quince años como madre de jardín fui a bastantes lugares: títeres, obras de teatro, zoológico, museos, cabildo. Se me mezclan un poco las visitas y los años.
De todas formas, hay dos excursiones de las que no me voy a olvidar más. Una al Jardín Japonés con Pili que tenía  tres años. En esa época no  se hacían muchas salidas, los nenes de 3 y los de 4 estaban todos juntos en una sala. Por eso fueron muchísimos chicos y también muchas madres, había  también tías y alguna abuela. Era una tarde lindísima. Una nena se asomó para darle de comer a los peces y casi se cae al agua, en un momento quedó colgando de una baranda, alguien la volvió a tirar para atrás y no pasó nada.
Ahora que lo estoy contando me acuerdo de un paseo que hice yo cuando estaba en la primaria a un vivero japonés en Escobar y ahí sí se cayó una chica al agua, me acuerdo no tanto por el agua sino porque la excursión esa terminó en Luján y me compré algo parecido a una virgen que brillaba en la oscuridad, fosforescente decíamos antes.
La otra excursión que no me olvido fue a una veterinaria cuando Felipe estaba en la sala de 4. A esa sí fuimos caminando porque era a dos cuadras del jardín. Parecía que iba a llover pero el cielo aguantó y pudimos ir y volver sin mojarnos. El chico de la veterinaria les iba mostrando algunos animalitos que tenía. Hasta que llegó a un perro al que recién le habían puesto comida. Felipe le dijo “¿los perros son carnívoros no?” El de la veterinaria pensó dos minutos y le contestó “A veces”. Durante bastante tiempo nos seguíamos riendo de los perros que a veces son carnívoros.

Hay muchas más historias de paseos, podríamos escribirlas todas y hacer un libro. Sería el primer libro de la caja de zapatos de Loli.






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