martes, 6 de enero de 2015

Enero

Empezó enero. Todos en casa.
12 personas a desayunar, a almorzar, a merendar y a cenar.
En treinta días o menos resolver todo lo no hecho el año pasado y todo lo que hay para hacer en este.
El puntapié inicial siempre lo da la desarmada del arbolito, allí empieza la cuenta regresiva.

Tengo una lista bastante extensa de cosas para hacer en enero.
Algunas domésticas, otras académicas, otras personales.
Creo que si hago la décima parte voy a estar conforme.

Solucionar el problema del terreno baldío que hay al fondo de casa para que deje de ser un terreno baldío lleno de tierra que los más pequeños consideran arena de un arenero inexistente.
Terminar el trabajo con las Moradas de Santa Teresa.
Tratar de salir a correr, a caminar, a tomar aire por lo menos dos veces por semana.
Rendir un subsidio al conicet
Ir al once a comprar tela para los acolchados de las camas nuevas, llevarle la tela a Sofi para que los cosa.
Procurar que Loli y Tótal abandonen la teta de su madre.
Organizar las ideas que debería tener sobre La Dorotea en dos artículos para publicar en revistas grupo uno.
Procurar que Loli y Tótal abandonen las cunas del cuarto de sus padres y pasen a sus respectivas nuevas habitaciones.
Al respecto tomar nota de Vale que el otro día nos informó al padre y a mí que a Kp en su cuarto de su casa nueva del country le pusieron una cama doble, no sé si lo hizo para ponernos al tanto de la situación o requiriendo algo similar en su domicilio urbano.
Pedir un subsidio al gobierno de España.
Renovar el registro, no sin antes intentar convencer a un controlador sobre lo fundamental e imprescindible que es mi trabajo y que si no dejo el auto sobre Pedro Goyena no puedo ir a dar clases a Puan, a donde tengo que ir en auto porque salgo de casa quince minutos antes de que empiece la clase y que lo que menos puedo hacer es dar vueltas hasta encontrar un lugar permitido, para que a partir de dicha explicación me perdone las seis o siete multas que tengo por mal estacionamiento.
Terminar el trabajo con el teatro de Guillén de Castro
Ayudar a Luis a mantener a las seis criaturas del medio sin piojos.
Rendir un subsidio al gobierno de España.
Encontrar una novela que no me aburra, esté bien escrita y engrose la lista de los monstruos decimonónicos con los que me deleito hace ya cinco veranos.
Pedir un subsidio al gobierno de la ciudad.
Procurar que Loli y Tótal abandonen los pañales.
En toda esta antibucólica leer La Arcadia.
Practicar la tercera copla de las sevillanas, practicar el RÍ con las castañuelas.
Llegar a buen puerto con el libro de El erudito y compartir un asado con los autores.
Mantener la heladera llena durante todo el mes.
Conseguir tampones. El otro día Luis me avisa que en la tele dijeron que no había, me reí. El sábado en jumbo el estante estaba vacío. Volviendo pasamos por farmacity idem, carrefour lo mismo. Probemos en los chinos, me acompaña, se los tenés que pedir a la china en la caja me dice. No me va a entender qué le estoy pidiendo, le contesto pero ya estaba Luis preguntándole si tenía. La china mira en una caja, me mira a mí y me dice, hay pero mediano, súper no, mediano, a vos no te sirve. Tenía, entendió y me boludeó, todo junto. Me los llevé igual. Le tuve que dar la razón a la mujer. El tampón era o me pareció diminuto.


Más algo que parece lo más difícil de todo, esperar con paciencia bahía de los vientos.


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