Pone me pigris ubi nulla campis
arbor aestiva recreatur aura,
quod latus mundi nebulae malusque
Iuppiter urget;
pone sub curru nimium propinqui
solis in terra domibus negata:
dulce ridentem Lalagen amabo,
dulce loquentem.
Hoy es el cumple de Luis.
Desde que cumplió 19 que lo festejamos
juntos, cuando cumplió 19 vino en bici a casa.
Ese día yo había jugado uno de los
cuatro partidos de mi vida en los que me hicieron más de cinco
goles, no le habia podido comprar ningún regalo y no había
conseguido entradas para el cine.
Un futuro prometedor.
Después, los 26 cumpleaños restantes
los fuimos festejando en lugares distintos, en París, en la cancha
de Ferro viendo jugar a Boca, con shawarma, en The Embers, en un
telo.
Me limpió vómitos
ácidos de vino, dulces de cerveza.
Nos enjugamos sangre,
vidrios negros, tajos en la garganta.
Cruzamos temblando
abismos secos, montañas rotas que la mayoría no cruzará en su
vida.
Y despacio volvimos a
caer juntos en el pasto verde.
Dos veces, a lo mejor
tres llovieron cenizas, riscos, lobos y pensé mejor seguir cada uno por su lado
antes de que las cenizas nos lastimen los ojos.
Pero despacio volvimos a
caer juntos en el pasto verde
Quisiera tenerlo
despierto todas las noches toda la noche.
La misma rabia del
principio cuando llego a la cama y ya está dormido.
Porque en eso no
crecimos. Es nuestro talismán para reverdecer el perfume del pasto.
Así, mis huellas
digitales se fueron tatuando en estos 26 años según el sonido de su
piel.
Y son la memoria más
intensa de su cuerpo.
Sin embargo, lo mejor que hacemos juntos es reirnos.
Reirnos hasta el
infinito, para siempre.
Feliz cumpleaños mi amor
(Igual cuidado, capaz no puedas sacar el auto)
No hay comentarios:
Publicar un comentario