Viernes 4 y media de la
tarde.
Belgrano hirviendo de
niños saliendo de los colegios, de autos trabando las calles, de fin
de primera semana de clases.
Nos encontramos con Luis
en Tronador con el tiempo bastante justo para pasar por una imprenta
a encargar las estampitas porque si no no llegamos a tenerlas listas
para el bautismo.
Contamos exactamente con
quince minutos para elegir el modelo que nos guste, anotar el texto,
pagar y seguir cruzando Belgrano para buscar a las niñas.
El hombre que atendía
nos da unas carpetas, una tarjeta de cartón con los precios y se
mete en algún lugar a ver un programa de televisión.
Le damos vuelta con luis
a las estampitas, los colores, los dibujos, si entra el lugar para
las letras, si la imprimimos de atrás o de adelante, si son caras,
si encargamos iguales para los dos o distintas.
Estampita elegida
llamamos al hombre que aparece como desde la ultratumba, todo
transpirado, la camisa desabrochada que deja ver todos los pelos del
pecho, la tele que sigue atronando con la historia de alguien que
está perdido o que lo estafaron o algo así.
Cantidad nos dice, 25
para cada uno.
Texto. Le dicta luis
cuidadosamente, nombres de las criaturas, fecha del bautismo,
iglesia.
Llegamos a los padrinos de Loli, Lucas y Paula dice Luis y
se queda mudo. Lo miro ¿no quedamos que poníamos a todos y que
poníamos nombre y apellido?-le pregunto dándole el pie para que
siga. No hay caso.
El hombre se impacienta,
es evidente que quiere volver a su programa de tele.
Es que tienen dos
madrinas lo atajo. Luis sigue mudo, me queda claro que tengo que
seguir yo. Tomo aire.
No sé por qué creo que
todo necesita explicación cuando no la necesita.
La chica es séptima
hija, hay que poner a la presidenta primero le digo al hombre; ah ni
idea me contesta.
Sí, sí le insisto yo,
ponemos presidenta de la nación y el nombre de la mujer.
No le salía, lo escribía
de todas las formas posibles y no le salia.
Luis empezó a mirar el
celular para no reirse, la tele seguia con las desdichas de algún
ser humano, el pobre hombre tenía la camisa cada vez más abierta y
más empapada, miré fijo los pelos goteándole de adentro de la
camisa para no reirme yo; lo leo todos los días y no me sale se
justificaba.
Se lo deletreo, termina
por escribirlo.
Ahi sí le paso los
nombres de la otra madrina y del padrino.
En el medio lo mando a Luis
que se vaya a buscar a las chicas y quedo sin su inestimable ayuda.
Pasamos a la segunda estampita, la de Tótal. El hombre en algún
momento se dio cuenta de la seriedad del tema y al lado de nación
añade por su propia iniciativa la palabra Argentina.
Completamos madrina y padrino, chau
Florencia me dice cuando me voy. Super atento.
Volví a casa caminando.
Ni bien entro suena el
teléfono, el hombre de la imprenta, tengo algunas dudas con el
apellido de la madrina escucho desde su ultratumba televisiva.
Me está jodiendo pensé, pero esta vez era el de
Paula.
Vamos a llegar bien,
quedate tranquila me avisa antes de cortar.
Con ese panorama no sé
qué pensar.Y ya que estamos gracias, en estos días La bici de Felipe cumplió un año.
Mientras no haya puesto Kerner o Kirchener o Kishner...
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