martes, 5 de mayo de 2015

Cítricos


Los cajones de fruta que compramos el jueves santo  en el mercado se van vaciando pero como son con seña ni los podemos tirar ni los podemos ver chisporrotear en el fuego del asado.
A veces sobreviven en el fondo algunas cáscaras que vuelan de la bolsa de cebollas.

En uno solamente quedan algunos limones durísimos, de los que hay que cortar dos cada mañana con el mejor cuchillo que tenemos para que Ruli se haga limonada.
Hoy, por ejemplo, me corté un dedo.
Cortar los limones, exprimirlos, completar con agua, ponerles azúcar y eso desayuna Ruli.

Quedan también una serie de mandarinas dispersas por las heladeras.
A la noche separamos los gajos podridos, tiramos las que están blandas y con olor y reconstruimos una o dos para Octi, Estani y Tótal.
Unas manzanas comidas vueltas a guardar que se van poniendo marrones por donde les falta la cáscara.
Y no mucho más.


El árbol de mandarinas hace dos años venía dando unas mandarinas medio verdes pero dulces.
Pero este otoño no dio ninguna.
En algún momento había un árbol de kinotos. Nadie los comía.
Ahora solo quedó el mandarino.

El otro día, cuando pasó la tormenta, después de almorzar, ví, desde la ventana de la cocina que colgaba del árbol una mandarina verde medio amarilla, mojada por la lluvia.
La fui a buscar y cuidando que nadie me viera separé de a poco los gajos y me la comí.
Perfecta, riquísima, el gusto justo entre dulce y ácida.
La mejor mandarina de la temporada.
Me sentí una egoísta. Siguió la tarde.

Casi a la noche fuimos a jumbo. Colas larguísimas.
En la cola de al lado una mujer, su marido y su niño.
Cuantas cosas que comprás me dice, es que somos doce, prendo el cassette.
No sé cómo hacés, yo con uno y lo de siempre, pero esta vez un poco peor, somos padres grandes, este chico nos agarró desprevenidos, no sabemos muy bien qué hacer, nos desesperamos por cualquier cosa, mi marido no tiene paciencia. Le dice al marido ¿sabés cuánto hijos tiene la chica? Vos no podrías, te volvés loco con uno, yo le contestó el otro y ¿vos? ¿Yo qué?¿yo soy la egoísta?
Los carritos avanzaron y me alejé convenientemente de la conversación.

Pensé en mi propio egoísmo.
Las mandarinas podridas para mis hijos varones, los limones durísimos para Ruli y las manzanas marrones para las demás.
Y yo con la mejor mandarina de la temporada.

Otras cosas, un poco sueltas
Ahora, después de tanto tiempo, venimos a descubrir que nos deslumbra ser de Español.
Y parece que deslumbra escribirlo.
Aunque ni siquiera hayamos pisado las espinas de la cancha de Platense esa tarde, hace veinticinco años.

Es casi más convincente el circo del superclásico
Valen que huyó con Kp el domingo a la noche después del 2 a 0.
Consu que generosamente compartió camisetas xeneixes con todos sus hermanos.
Sus hermanos que sin entender nada ni ver ningún partido estuvieron toda la tarde con las camisetas puestas.
Sonsi con un brazo hinchado, rojo y caliente como si la hubiera picado una serpiente venenosa.

Así, empieza la semana.
Cítricos podridos.
Con, alguna de estas mañanas, una posible nueva ida al mercado, donde el olor del verano a sandías flotando en el agua sucia ya debe haber mutado en el olor a invierno, a alcohol o al humo de las mujeres que hacen tortillas en los pasillos que separan las naves.

Con las sevillanas casi listas.

Y con la promesa, el jueves, del tercer superclásico de la semana.


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