domingo, 17 de mayo de 2015

Gripe



Cinco de la tarde empieza mi clase.
Como siempre la sensación de que con tiempo podría haber salido mucho mucho mejor.
Son las tres y tengo todo controlado con excepción de una gripe que parece insinuarse lentamente a través de un dolor de cabeza y una serie de estornudos, de todas formas nada grave.
Son las tres, y tengo todo controlado hasta que Luis se levanta de su escritorio y me anuncia que se va a llevar unos papeles a Liniers.
Miro la hora, calculo que los chicos del jardín salen a las 4, que el tránsito en esta ciudad es un caos absoluto, pero entre el sentido común y el amor salvaje elijo creerle a Luis que me tranquiliza con un llego perfecto a buscar a los chicos al jardín.
Termino de armar la clase que tiene que durar cuatro horas sin muchas posibilidades de recreo.
Creo que zafo: Lope, teatro, historia, si no puedo eso no puedo nada.

A las cuatro la gripe avanza, decido empezar a preparar mis cosas no sin antes subir por un ibuprofeno preventivo.
A las cuatro suena el teléfono, la optimista voz de Luis que me avisa que está en Liniers subiendo a la General Paz, que le parece que no llega a buscar a los chicos al jardín.
Pienso que a esa hora no llego ni yo, le corto rápido para poder salir al cruce de Belgrano después de un apurado sos un hijo de puta, no me podés estar avisando a esta hora, y menos no llegar sabiendo que yo a las cinco tengo que empezar a dar mi clase.
Llego al jardin no tan tarde pero tengo que estacionar en la vereda de enfrente.
A veces pienso que pagaría una cuota de colegio privado solo para tener esos conitos guardando lugar en la puerta de la escuela.
Estacionar en la vereda de enfrente significa tener que cruzar con cuatro criaturas, sus mochilas, sus guardapolvos que eligen sacarse ni bien atraviesan los escalones de salida y algunas bolsas extras.
Esta vez me ayuda Amalie a cruzarlos, pero con Oli y Cata.
Cruzamos entonces en total, seis niños y dos adultas.
Los tiro a todos adentro del auto, Octi, Tótal y Estani a los gritos. Octi porque se le había perdido el chupetín que le habían regalado en la veterinaria a la cual habían ido de excursión, Estani porque se le había perdido el imán que le habían regalado en la veterinaria a la cual habían ido de excursión. Y Tótal porque quería chupetín.
Vuelvo a cruzar a ver si encuentro por la vereda el chupetín o el imán. Encuentro tirado el imán, le prometo a Octi que el padre, que estará esperando en casa para bajarlos rápido del auto le va a comprar un chupetín naranja, como el que perdíó.
Sigue llorando, arranco. Va avanzando rápido el reloj y la gripe.

Puedo empezar la clase a las cinco y media después de dar vueltas y más vueltas a ver dónde podía abandonar el auto pensando que estaba transitando por uno de esos momentos ideales para contestar el no sé cómo hacés con tantos.
Antes de entrar, en la puerta de la facultad estacionado, como tantas veces que voy a dar clase, el Nissan march azul eléctrico, nuevo, reluciente.

Pasan dos horas. Siento que tengo más fiebre. A las siete entra el mozo del bar de enfrente a ver si queremos algo para tomar. Necesito un té pero salí de casa tan rápido que no sé si tengo plata.
No se preocupe profesora, nosotros la invitamos, me dice alguien. Es que tuve que ir a buscar a mis hijos al jardín y estoy a las corridas intenté explicar.
Y otro me dice pero profesora usted tiene hijos, sí sí le contesto, oscura como siempre.
Y cuántos hijos tiene insiste el muchacho mientras yo intento romper el sobrecito de plástico en el que venía el jugo de limón para el té, bastantes le digo sin siquiera levantar la vista de la cucharita.
No se nota profesora, escucho. No sé qué habrá querido decir.
Seguí la clase que salió bastante mejor de lo que pensaba.
A las nueve terminé. Por favor vaya a acostarse profesora y tómese la temperatura se despidió el que me queria pagar el té.

Me faltaba todavía pasar por lo de Meneca a buscar unos libros que le había pedido prestados.
Y entre los libros -mejor que un talismán, un antídoto o que el ibuprofeno más poderoso para la gripe que nunac había llegado a tomarme- un regalo increíble.
Y debe haber sido por tanta fiebre o por el regalo o qué sé yo que me dieron ganas de volver quince, veinte años atrás a leer a Lope, a estudiar el teatro histórico, a editar a Tirso, a tener las cosas más claras, mejor organizadas.


2 comentarios:

  1. Con un ansia repentina de darte un abrazo, elijo darte un empujoncito... No veinte años para atrás, sólo unos pocos días para adelante. Para, ya mejor de la gripe, ayudarte a encontrar pequeños bloques de tiempo, e ir leyendo a Lope (De Vega?), conseguir algún apunte de Teatro... e ir actualizando las notas acerca de Tirso. Muy de a poco, en acciones mínimas pero, hacia adelante con lo que te gusta!

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    1. Prefiero abrazo.
      Mejor de la gripe y buscando tiempo para cosas que me gusten. No sé si lo voy a encontrar.

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