Pili a cambio de que la
dejaran pasar la noche fuera de su casa cedió rápidamente su cuarto
para la abuela.
Pero la abuela no llegó
sola, lo hizo acompañada del maple de huevos que nos trae todos los
viernes al volver del consultorio y de una bolsa de huesos destinada
a Kp.
Así llegó con su carga
de huesos y huevos.
Los treinta huevos se
gastan en menos de una semana pero con los huesos se complicaba,
sobre todo porque su entrada en esta casa había sido tal vez
producto de un malentendido.
Luego de varios
intercambios telefónicos con Valen entendió que a Kp los huesos le
hacían falta para sus estudios de medicina, cosa que Valen
aparentemente nunca le había manifestado a su abuela y menos Kp.
Frente a esa situación
le dije a Valen que no quería ni enterarme que los huesos estaban en
casa y menos que se enteraran sus hermanas o hermanos, que en cuanto
pudiera se los llevara a Kp y que si Kp no los necesitaba que
dispusiera de los huesos de alguna manera.
Dedujimos entre las dos que el modo más seguro de deshacernos de ellos era que los volviéramos a poner en la bolsa y los lleváramos nuevamente al consultorio.
Dedujimos entre las dos que el modo más seguro de deshacernos de ellos era que los volviéramos a poner en la bolsa y los lleváramos nuevamente al consultorio.
Por añadidura la abuela
prometió un pie, que todavía no había encontrado pero que seguía
buscando con ahínco, a lo que Valen le respondió que este año Kp
todavía no veía pies.
A la noche Valen se iba
a lo de Kp, le pedí que le llevara los huesos.
Como la chica tenía que
ir caminando pensó que mejor no llevarlos, no fuera que la parara la
policía y que no supiera explicar qué hacía con esa bolsa llena de
huesos.
Los dejé bien guardados- me tranquilizó antes de irse- previendo mi imaginación de niños y
niñas dándose con los huesos por la cabeza, usándolos como palos
de hóckey o guardándolos en las mochilas para llevar a la escuela.
Me olvidé de los huesos
y nos fuimos a dormir, no sin antes acompañar a Maite al cumple de
una amiga que vivía en el piso 20 y comprobar que para mis hijas
medianas, que formaban parte de la excursión, el ascensor es sinónimo
de aventura.
A la mañana Luis se
fue temprano con Maite y Sonsi y yo me quedé durmiendo un rato más.
Todos los más chicos se
levantaron y amparados por Consu bajaron a la cocina a prepararse el
desayuno.
Entre sueños escucho que
sube Octi a pedirme permiso para que Consu les haga licuado. Entre
sueños le digo que sí.
Al rato me despierta un
ruido fuerte.Van entrando todos en el cuarto con vasos llenos de
yogurt.
Al final no tomamos
licuado, tomamos yogurt me avisan, no tomamos licuado porque se
rompió la licuadora.
Recordé en ese momento
que la licuadora la compramos en el verano, duró como mucho tres
meses.
Les pego un grito ¿cómo
que se rompió?. Sí, se cayó me dice Ruli, se rompió un poquito
abajo y no engancha sigue Consu, se cayó sola termina Estani. ¿cómo
que se cayó sola? Sí, sí se cayó sola siguen todos, Tótal, que no
se le entiende nada me decía también algo similar a cayó sola.
Imposible que se haya
caido sola insisto, a no ser que haya habido un terremoto ¿quién la
tiró?
Nadie, se cayó sola siguieron repitiendo.
Nadie, se cayó sola siguieron repitiendo.
Bajé, cada vez más
enojada, el living estaba lleno de juguetes, de hojas, del mismo
desorden de siempre, pero consideré apropiado seguir gritando para
que ordenaran y para que me dijeran quién había tirado la
licuadora.
Amenacé con diferentes argumentos, el peor de todos fue para Consu, no vas a ver Boca-River a lo de Gaspi.
Amenacé con diferentes argumentos, el peor de todos fue para Consu, no vas a ver Boca-River a lo de Gaspi.
No logré ninguno de los
objetivos.
Los seis, desde Loli
hasta Consu, seguían firmes en sostener que la licuadora se había
roto sola.
Por supuesto ninguno bajó
a ordenar, quedé gritando y ordenando un tanto extraviada en uno de
esos momentos en los que me gustaría que me viera toda la gente que
me pregunta cómo hacés con tantos.
Alguna
de las cosas tiradas se guardan en el bajo escalera, arriba de unas cajas; corrí
una bolsa para acomodarlas y de la bolsa se me vinieron todos los
huesos en la cabeza.
Evidentemente no estaban
tan bien escondidos.
El día continuó con la
abuela que encontró el pie pero que no se lo aceptamos, por lo menos
hasta tener la certeza de que Kp lo va a necesitar.
Y con la imposibilidad de
saber quién rompió la licuadora.
Se cayó sola siguieron
repitiendo toda la tarde.
Creo que fue ahí que se
me ocurrió cambiar la obra de teatro para el próximo cuatrimestre y
dar Fuenteovejuna.
Típica asociación fuenteovejunesca. A mí me hicieron lo mismo padre e hija con una plancha que también "se cayó sola". Luego les dio por culpar al gato. Vergonzoso.
ResponderEliminarSí, la plancha. Me acuerdo. Acá Tati no se les ocurrió porque todavía nadie le había abierto la puerta del lavadero. Si no también hubiera sido una buena excusa.
EliminarSi quieren saber cómo convertir una zona de desastre en un optimista y cálido día cotidiano, pídanle la receta a Flor: una mágica manera de mezclar huesos y licuadora y seguir andando y silbando bajito...
ResponderEliminarLa zona de desastre de todas formas queda intacta. Divertida pero intacta.
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