lunes, 11 de mayo de 2015

Huesos

Están pintando la casa de mi madre. Por eso el viernes vino a dormir acá, en este confortable hogar en el que faltan camas y faltan dormitorios.
Pili a cambio de que la dejaran pasar la noche fuera de su casa cedió rápidamente su cuarto para la abuela.
Pero la abuela no llegó sola, lo hizo acompañada del maple de huevos que nos trae todos los viernes al volver del consultorio y de una bolsa de huesos destinada a Kp.
Así llegó con su carga de huesos y huevos.
Los treinta huevos se gastan en menos de una semana pero con los huesos se complicaba, sobre todo porque su entrada en esta casa había sido tal vez producto de un malentendido.
Luego de varios intercambios telefónicos con Valen entendió que a Kp los huesos le hacían falta para sus estudios de medicina, cosa que Valen aparentemente nunca le había manifestado a su abuela y menos Kp.
Frente a esa situación le dije a Valen que no quería ni enterarme que los huesos estaban en casa y menos que se enteraran sus hermanas o hermanos, que en cuanto pudiera se los llevara a Kp y que si Kp no los necesitaba que dispusiera de los huesos de alguna manera.
Dedujimos entre las dos que el modo más seguro de deshacernos de ellos era que los volviéramos a poner en la bolsa y los lleváramos nuevamente al consultorio.
Por añadidura la abuela prometió un pie, que todavía no había encontrado pero que seguía buscando con ahínco, a lo que Valen le respondió que este año Kp todavía no veía pies.
A la noche Valen se iba a lo de Kp, le pedí que le llevara los huesos.
Como la chica tenía que ir caminando pensó que mejor no llevarlos, no fuera que la parara la policía y que no supiera explicar qué hacía con esa bolsa llena de huesos.
Los dejé bien guardados- me tranquilizó antes de irse- previendo mi imaginación de niños y niñas dándose con los huesos por la cabeza, usándolos como palos de hóckey o guardándolos en las mochilas para llevar a la escuela.
Me olvidé de los huesos y nos fuimos a dormir, no sin antes acompañar a Maite al cumple de una amiga que vivía en el piso 20 y comprobar que para mis hijas medianas, que formaban parte de la excursión, el ascensor es sinónimo de aventura.

A la mañana Luis se fue temprano con Maite y Sonsi y yo me quedé durmiendo un rato más.
Todos los más chicos se levantaron y amparados por Consu bajaron a la cocina a prepararse el desayuno.
Entre sueños escucho que sube Octi a pedirme permiso para que Consu les haga licuado. Entre sueños le digo que sí.
Al rato me despierta un ruido fuerte.Van entrando todos en el cuarto con vasos llenos de yogurt.
Al final no tomamos licuado, tomamos yogurt me avisan, no tomamos licuado porque se rompió la licuadora.
Recordé en ese momento que la licuadora la compramos en el verano, duró como mucho tres meses.
Les pego un grito ¿cómo que se rompió?. Sí, se cayó me dice Ruli, se rompió un poquito abajo y no engancha sigue Consu, se cayó sola termina Estani. ¿cómo que se cayó sola? Sí, sí se cayó sola siguen todos, Tótal, que no se le entiende nada me decía también algo similar a cayó sola.
Imposible que se haya caido sola insisto, a no ser que haya habido un terremoto ¿quién la tiró?
Nadie, se cayó sola siguieron repitiendo.
Bajé, cada vez más enojada, el living estaba lleno de juguetes, de hojas, del mismo desorden de siempre, pero consideré apropiado seguir gritando para que ordenaran y para que me dijeran quién había tirado la licuadora.
Amenacé con diferentes argumentos, el peor de todos fue para Consu, no vas a ver Boca-River a lo de Gaspi.
No logré ninguno de los objetivos.
Los seis, desde Loli hasta Consu, seguían firmes en sostener que la licuadora se había roto sola.
Por supuesto ninguno bajó a ordenar, quedé gritando y ordenando un tanto extraviada en uno de esos momentos en los que me gustaría que me viera toda la gente que me pregunta cómo hacés con tantos.
Alguna de las cosas tiradas se guardan en el bajo escalera, arriba de unas cajas; corrí una bolsa para acomodarlas y de la bolsa se me vinieron todos los huesos en la cabeza.
Evidentemente no estaban tan bien escondidos.
El día continuó con la abuela que encontró el pie pero que no se lo aceptamos, por lo menos hasta tener la certeza de que Kp lo va a necesitar.
Y con la imposibilidad de saber quién rompió la licuadora.
Se cayó sola siguieron repitiendo toda la tarde.

Creo que fue ahí que se me ocurrió cambiar la obra de teatro para el próximo cuatrimestre y dar Fuenteovejuna.



4 comentarios:

  1. Típica asociación fuenteovejunesca. A mí me hicieron lo mismo padre e hija con una plancha que también "se cayó sola". Luego les dio por culpar al gato. Vergonzoso.

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    1. Sí, la plancha. Me acuerdo. Acá Tati no se les ocurrió porque todavía nadie le había abierto la puerta del lavadero. Si no también hubiera sido una buena excusa.

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  2. Si quieren saber cómo convertir una zona de desastre en un optimista y cálido día cotidiano, pídanle la receta a Flor: una mágica manera de mezclar huesos y licuadora y seguir andando y silbando bajito...

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    1. La zona de desastre de todas formas queda intacta. Divertida pero intacta.

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