jueves, 6 de agosto de 2015

Gallinas




Mañana tranquila. Luis se quedaba en casa.
Encima alguno de estos días alguna divinidad se apiadó de nosotros, de la mugre que iba avanzando de a poco, de las telarañas que colgaban de los techos, de la caca de perro que inundaba la vereda y que entraba al garage en las ruedas de los autos. Y así, de la nada, apareció Erica.
Igual tengo bastante trabajo; a la mañana es dificil hacer cosas pero a la tarde puedo adelantar mientras están todos en el cole.
De repente, un rato antes de comer empezó un olor a zorrino. Pensamos que era Tótal, o Tati, pero no; venía de la calle.
No sabía que gracias a ese olor a pis de gato alguna autoridad de defensa civil decidiría, dos minutos antes de la hora de entrada al cole, prácticamente cuando estabamos en la puerta del colegio, con Belgrano ya cruzado, con el auto lleno de criaturas, mochilas, guitarras y carpetas de plástica, que no hubiera clases.
Volvimos a casa todos. Se ponía difícil trabajar. Luis tenía que terminar una demanda, yo preparar un Quevedo más difícil de lo habitual.

Bajó Pili, que estos días también estuvo sin clases por las previas, avisando que se iba a la casa de X. Con todas las recomendaciones del caso, que a esta altura me parece que ya están absolutamente de más, le dimos permiso para algo que ya tenía decidido desde que empezó a bajar la escalera.
Solo alcancé a gritarle que se cuide, con el sentido más amplio de su significado.
Pensé en lo que me había contestado una vez Valen a esta recomendación: “Vos no sos la más indicada para decirlo”. Y, la verdad que no.
Nos entra un wa de Valen, a Luis, a mí no porque se me rompió el teléfono hace rato. Que ya terminó lo que tenía que hacer pero que se estaba yendo a la casa de Kp.
Y sí, con el panorama de todas las personas metidas en casa las dos huyeron despavoridas.
Las dos muy rápido dijeron, igual volvemos temprano.
Qué raro pensé primero, pero después se me aclaró el pensamiento: gallinas.
Los dos novios, gallinas tenían que irse temprano a la cancha.

Yo antes era de River pero a los quince años me hice de Boca porque me había enamorado de un chico que me decía que jugaba en las inferiores de Boca. Se tomaba el 113 desde mi casa y se iba a La Candela, en San Justo.
Igual no me gustaba por eso, me gustaba porque venía a mi club y era el único que era de la Fede.
Y me lo encontraba en las Ferifiestas, tenía una campera de gamuza con flecos y se tiraba re bien del trampolín. Encima era un canchero, por lo de La Candela supongo.
Ni me acuerdo cómo se llamaba.
Ahora no soy ni de River ni de Boca. 
Estoy más para el ascenso, para el Bajo Flores.


La tarde siguió.
Con todos gritando alrededor de un Quevedo que no iba ni para atrás ni para adelante; lo miré a Luis y le dije, conseguime un novio, y me voy yo también a la casa de mi novio, que sea buen mozo y de Boca así no tengo que volver temprano.
Voy a ver si se me ocurre alguno me contestó.
Pobre Luis pensé, las hijas se le ponen de novias con hinchas de River y yo lo boludeo un poco.
Por lo menos Gaspi es de Boca. Aunque faltan unos años.

No quiero más un Nissan march. Ahora quiero un Nissan Note, lo veo difícil, es más caro.
Capaz si hubiera seguido con el muchachito de La Candela que se tomaba el 113 para ir a San Justo...


1 comentario:

  1. Bueno, pero Luis tiene una barra de bosteritos bastante importante, encabezada por una de las personas que más disfruta el fútbol en esa casa: mi amiga Consuelito

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