Ir
y venir llevando y trayendo chicas a scouts desde la mañana como
cualquier sábado.
Encerrarme
a contar los endecasílabos y los heptasílabos de la canción de la
toma de Larache de Góngora, la que empieza “En roscas de cristal
serpiente breve”, tratar de desentrañar la métrica y entender
cómo explicarla.
Quedarme
toda la tarde con Jade enseñándole lengua para su examen del 29 y reflexionando cómo finalmente es, siempre, la lucha de clases.
Arreglar
los pats para el partido del domingo contra Derecho, sin acordarme
que hace cuatro años cuando jugamos me hicieron once goles, por segunda y
última vez en mi vida.
Comprar
algo en la ferretería que me agarre los patitos a los pies, una
cinta adhesiva fuerte o unos clavos.
Vaciar la biblioteca y pasarme el día entre los libros, ordenándolos y sacándoles la mugre.
Limpiar
la pileta llena de todo el verde de los últimos tres meses e
intentar arreglar la bomba para tenerla lista en esos veranitos que
siempre vienen en agosto.
Rellenar
formularios on line antes de que se cierren.
Terminar
de leer el libro sobre El PC argentino y la dictadura militar que me
está ocupando el poco tiempo libre que tengo.
Recorrer concesionarios buscando el Nissan Note verde petróleo.
Ir
con Valen a comprarnos corpiños para poder tirar a la basura los
harapos que estamos usando actualmente.
Sacarle
los piojos a alguna de mis hijas o hijos, tal vez sacármelos yo
misma.
Practicar
la tercera y la cuarta coplas de las sevillanas o un poco las
castañuelas.
Ir
a pasear un rato al barrio chino con Luis, comprar langostinos para
comerlos a la noche con cerveza negra.
Mirar
a Octi, a Estani y a Tótal jugar a la pelota en el jardín, a veces
pateándola, a veces llevándola con la mano.
Irme
con Pili, Anita y tal vez Mariana a una peña de La Cámpora.
Escribir
el post más lindo que pueda y ponerle de título Quince, que viene
después del Catorce .
No
poder resolver nada hasta no saber si el sábado, en mi calendario
hecho de cicatrices, me toca un día jabalí o un día diamante.
Yo voto porque sea un día de diamantes aunque a veces es imposible evitar que el jabalí aparezca. Igual, desde donde esté, Felipe siempre te va a tirar la figurita que te falte.
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