Jueves
Nuestro hotel tiene las
habitaciones con paredes curvas, unos silos. Está en el puerto.
Llueve, hace mucho frío,
cruzamos la lluvia, el frío y el barro con Xime y con Gloria.
Desde las ventanas circulares del
cuarto vemos un río, hay barcos.
Pero Meneca me corrige, un poco me reta
de nuevo, me dice que no, que es la laguna Setúbal.
Sin embargo, tiene una corriente
fuerte, como un rio,arrastra muchas plantas, no sé de dónde las
trae.
El río está más
adelante, es el Paraná, hay que atravesarlo para llegar a Entre
Ríos, a Paraná.
Al medio día decidimos
cruzar el río, irnos a Paraná, invitamos a Mechi y a Patricio.
Nos cuentan cosas de
Beatriz Guido, de Saer, de Jauretche, de San Martín, de La Tablada,
todo un revisionismo a tono con el lugar.
Yo ya habia estado en
Paraná, hace un tiempo, unas vacaciones de invierno, la recuerdo
como una ciudad verde, con barrancas, con frío.
La recuerdo con Felipe
chiquito, la edad que tiene Tótal ahora, a upa del padre en una foto
en un muelle casi encima del río y con Pili cortándose la mano con
una copa de vidrio primero y con la ventana del hotel después.
Y ahora me parece que
pasó tanto tiempo, pero ni siquiera es otro clima, ni otro frío, ni
otros filos.
Está todo terriblemente
parecido.
Paseamos por las
barrancas, nos sacamos fotos en un monumento a Urquiza al que le
robaron la mitad de las placas, en una baranda, en un puente con una
poesía, en cualquier lado.
Mechi colecciona, entre
otras cosas, nombres de árboles y nos los regala todos ahí, en el
parque Urquiza, mirando el río.
Acacias, ombúes,
jacarandáes, son todos nuestros, casi ni hay viento.
Nos acordamos la última
vez que paseamos las tres juntas, hace más de diez años, en Mar del
Plata, ahí no había confusión posible con ninguna laguna, era el
mar.
Y ahora Patricio, que descubre y
escucha a Mechi coleccionar cosas, diseccionar manuscritos, contar
historias.
Fue un lindo paseo, más
tarde el día siguió con conferencias, fríos, carne cruda, pescados
cocidos y estallidos de risas.
A la noche me duermo con
el viento que todavía sopla entre los silos y que barrió toda la
lluvia, también con unos sapos croando entre las plantas de la
orilla, yo pensaba que eran grillos pero Xime descubrió que eran
sapos.
Antes de dormirme toco
los vidrios que están helados y veo desde la ventana muy lejos las
luces de Paraná.
Y pienso que extraño a
todos mucho,
que me quiero comprar un
Nissan March azul eléctrico,
que ojalá hayan
completado más figuritas del álbum del Mundial en estos días que
no estuve,
que a la vuelta de Paraná
hubiera querido especialmente abrazar a Tótal.
Y Tótal, conociendo y compartiendo tu nostalgia, te mandó un besito lleno de mandarinas por el teléfono. Y los demás gatitos te acariciaron en sueños.
ResponderEliminarSí, los gatitos. que estaban como en unas piedras, las barrancas capaz. Y cuando llegué a casa se habían acabado las mandarinas del árbol.
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