domingo, 25 de mayo de 2014

Paraná


Jueves
Nuestro hotel tiene las habitaciones con paredes curvas, unos silos. Está en el puerto.
Llueve, hace mucho frío, cruzamos la lluvia, el frío y el barro con Xime y con Gloria.
Desde las ventanas circulares del cuarto vemos un río, hay barcos.
Pero Meneca me corrige, un poco me reta de nuevo, me dice que no, que es la laguna Setúbal.
Sin embargo, tiene una corriente fuerte, como un rio,arrastra muchas plantas, no sé de dónde las trae.
El río está más adelante, es el Paraná, hay que atravesarlo para llegar a Entre Ríos, a Paraná.
Al medio día decidimos cruzar el río, irnos a Paraná, invitamos a Mechi y a Patricio.
Nos cuentan cosas de Beatriz Guido, de Saer, de Jauretche, de San Martín, de La Tablada, todo un revisionismo a tono con el lugar.

Yo ya habia estado en Paraná, hace un tiempo, unas vacaciones de invierno, la recuerdo como una ciudad verde, con barrancas, con frío.
La recuerdo con Felipe chiquito, la edad que tiene Tótal ahora, a upa del padre en una foto en un muelle casi encima del río y con Pili cortándose la mano con una copa de vidrio primero y con la ventana del hotel después.

Y ahora me parece que pasó tanto tiempo, pero ni siquiera es otro clima, ni otro frío, ni otros filos.
Está todo terriblemente parecido.
Paseamos por las barrancas, nos sacamos fotos en un monumento a Urquiza al que le robaron la mitad de las placas, en una baranda, en un puente con una poesía, en cualquier lado.
Mechi colecciona, entre otras cosas, nombres de árboles y nos los regala todos ahí, en el parque Urquiza, mirando el río.
Acacias, ombúes, jacarandáes, son todos nuestros, casi ni hay viento.
Nos acordamos la última vez que paseamos las tres juntas, hace más de diez años, en Mar del Plata, ahí no había confusión posible con ninguna laguna, era el mar.
Y ahora Patricio, que descubre y escucha a Mechi coleccionar cosas, diseccionar manuscritos, contar historias.

Fue un lindo paseo, más tarde el día siguió con conferencias, fríos, carne cruda, pescados cocidos y estallidos de risas.
A la noche me duermo con el viento que todavía sopla entre los silos y que barrió toda la lluvia, también con unos sapos croando entre las plantas de la orilla, yo pensaba que eran grillos pero Xime descubrió que eran sapos.
Antes de dormirme toco los vidrios que están helados y veo desde la ventana muy lejos las luces de Paraná.

Y pienso que extraño a todos mucho,
que me quiero comprar un Nissan March azul eléctrico,
que ojalá hayan completado más figuritas del álbum del Mundial en estos días que no estuve,
que a la vuelta de Paraná hubiera querido especialmente abrazar a Tótal.



2 comentarios:

  1. Y Tótal, conociendo y compartiendo tu nostalgia, te mandó un besito lleno de mandarinas por el teléfono. Y los demás gatitos te acariciaron en sueños.

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    1. Sí, los gatitos. que estaban como en unas piedras, las barrancas capaz. Y cuando llegué a casa se habían acabado las mandarinas del árbol.

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