Hace un mes, un mes y
medio que estamos durmiendo muy mal. La principal razón es que
Dolores y Cristóbal están durmiendo muy mal. Y como duermen en
nuestro cuarto si ellos no duermen nosotros tampoco. Primero pensamos
que tenían frío, después estuvieron con tos y mocos, después
creimos que eran los colchones de las practicunas, uno es durísimo,
el otro se está desintegrando, no sabemos muy bien cómo porque no
quedan restos ni de tela, ni de espuma de goma pero es evidente que
se está desintegrando.
Desde que nació, Dolores
se despierta a mitad de la noche a tomar la teta, la pongo al lado
mío, le doy de comer pero ahora no hay modo de que la saquemos de
nuestra cama y Cristóbal inquieto también se despierta, mira desde
su cuna la de la hermana y como no la ve, se pone a llorar
desconsoladamente.
Tienen un año y medio,
la solución es, a todas luces, cambiarlos de cuarto. A esa edad no
deberían dormir con los padres. Esta cohabitación poco tiene que
ver con una crianza con apego para educar niños seguros de sí
mismos, con vínculos fuertes y sin frustraciones sino que está más
relacionada con cuestiones de espacio.
Ya no tenemos dónde
meter las criaturas. Octi y Estani, por ejemplo, van a cumplir cuatro
años y duermen en la misma cama, compartiendo además el cuarto con
Ro.
Hace tiempo que estamos
pensando posibles soluciones.
La primera construir un
piso arriba, desechada inmediatamente, corremos serios riesgos de que
se nos venga la casa abajo y no hay por dónde ubicar una escalera.
Otra: las dos grandes
tiene cada una su cuarto, juntarlas en uno, imposible, no hay
razonamiento que puedan entender y ya ni queremos hacer el esfuerzo.
Una más, la solución de
la abuela, me informa, por acá cerca ví que venden una casa muy
linda (Belgrano R). La mudanza no es una variable pero, por
curiosidad averiguo, las casas que de afuera parece gigantes tienen
como muchísimo cuatro dormitorios, no nos alcanzan y por supuesto,
son carisimas.
La más posible que nunca
llegamos a ejecutar: los tres varones en un cuarto con tres camas,
nido, cuchetas, marineras o cómo se llamen y cinco niñas en otro
cuarto con cinco camas, nido, cuchetas, marineras o cómo se llamen.
Pero, por lo menos, renovar las camas. Ro, por ejemplo duerme en la
cama que era de Abelino cuando era chico a la que la abuela le pintó
en la cabecera con su mejor voluntad algo que intenta ser La
Sirenita, no sé si porque le da miedo el dibujo, o porque se golpea
la cabeza contra la madera que Rosario hace un tiempo pidió dormir
del lado de los pies.
Otro caso: Consu duerme
en la cama que era de Xime, a la que por alguna razón extraña el
colchón le queda cada vez más grande y parece que se va escapando
para afuera mientras la chica se hunde en un agujero sin fin.
En casa, al fondo del
jardín, hay un cuartito. Cuando nos mudamos era un quincho que
tiramos abajo pero decidimos dejar una parte, es un cuartito
minúsculo con baño y cocina. Puede funcionar como cuarto de
servicio, para quien tenga servicio. Nosotros probamos cuatro meses,
la chica que estaba dormía hasta cualquier hora y Consu la tenía
que ir a despertar alrededor de las 10 de la mañana para ver si
empezaba a, por ejemplo, hacer las camas.
En alguna ocasión
pensamos que era buena idea armar ahí una suerte de playroom, poner
todos los juguetes, comprar piso de goma eva, en las paredes esos
tableros de juegos. Pero después nos dimos cuenta de que para llegar
los chicos tenían que atravesar el jardín con lo cual los días de
lluvia no se podía usar.
En algún otro momento le
propusimos a Vale que se lo arreglábamos y se iba ella ahí,
asintió, pero quiero internet, wi fi, cable, 3 gigas, una nespresso,
secador de pelo, planchitas y la tijera que arma los rulos.
Desistimos, ahora que está con Kp,menos.
Otra opción, un cuarto
de planchado para que Luis cuando plancha no lo tenga que hacer en
medio del comedor con la ropa llenando las mesas y las sillas,
imposible: la tabla de planchar está rota y Luis la tiene que apoyar
en un silloncito del living para que no se caiga, no se puede
trasladar un mecanismo similar a ese cuartito.
El otro día me gané un
jamón, entero, con hueso, de aproximadamente siete u ocho kilos,
goteante de grasa, si se me permite el neologismo.
Fue en medio del Mundial
por lo que en casa la noticia pasó bastante desapercibida. En una
rifa de una comida, me fui antes y les dejé a mis compañeros de
mesa los números que había comprado. Cualquier premio que me saque
quedénselo les dije, menos el jamón.
A la media hora de irme
me estaban entrando mensajitos, wa, mensajes en el contestador
avisando la feliz noticia, me enteré a la noche tarde, había dejado
el teléfono en silencio para ver tranquila el partido de Costa Rica-
Grecia.
Encima el jamón se lo
quedó Néstor, y lo ví recién el viernes pasado, así que, Mundial
finalizado, jamón en casa empezamos los preparativos para cortarlo.
Hace mucho tiempo nos
regalaron un pie para el jamón, era en una época en la que a Luis
le regalaban, entre otras cosas, jamones. Casi diez años después,
con muchas mudanzas en el medio, yo lo dí por perdido pero,
revisando y revisando llegué al cuartito. Entre huevitos de bebés,
baldes de playa, baldosas que sobraron de la obra, bicicletas, cajas
con papeles y otras porquerías estaba el pie del jamón.
Ahora lo podemos cortar y lo podemos comer
Me gustaría hacer una
jamonada, invitar a todos los que quieran venir, a esta casa en donde
ya no entramos, que necesita varias manos de pintura, que tiene todas
las paredes dibujadas, convidarlos a todos con sandwichs de jamón,
con vino, con cerveza. Una linda jamonada.
Y un tip: A fin del año
pasado Pili hizo una fiesta con chicos del cole, más grandes, de una
agrupación política en la que participaba. Por los comentarios de
algunos que vinieron a la fiesta estos muchachitos y muchachitas
fueron quiénes le dieron el mejor uso al cuartito.
Para la jamonada lo habilitamos.
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