jueves, 17 de julio de 2014

El cuartito

Hace un mes, un mes y medio que estamos durmiendo muy mal. La principal razón es que Dolores y Cristóbal están durmiendo muy mal. Y como duermen en nuestro cuarto si ellos no duermen nosotros tampoco. Primero pensamos que tenían frío, después estuvieron con tos y mocos, después creimos que eran los colchones de las practicunas, uno es durísimo, el otro se está desintegrando, no sabemos muy bien cómo porque no quedan restos ni de tela, ni de espuma de goma pero es evidente que se está desintegrando.
Desde que nació, Dolores se despierta a mitad de la noche a tomar la teta, la pongo al lado mío, le doy de comer pero ahora no hay modo de que la saquemos de nuestra cama y Cristóbal inquieto también se despierta, mira desde su cuna la de la hermana y como no la ve, se pone a llorar desconsoladamente.
Tienen un año y medio, la solución es, a todas luces, cambiarlos de cuarto. A esa edad no deberían dormir con los padres. Esta cohabitación poco tiene que ver con una crianza con apego para educar niños seguros de sí mismos, con vínculos fuertes y sin frustraciones sino que está más relacionada con cuestiones de espacio.
Ya no tenemos dónde meter las criaturas. Octi y Estani, por ejemplo, van a cumplir cuatro años y duermen en la misma cama, compartiendo además el cuarto con Ro.

Hace tiempo que estamos pensando posibles soluciones.
La primera construir un piso arriba, desechada inmediatamente, corremos serios riesgos de que se nos venga la casa abajo y no hay por dónde ubicar una escalera.
Otra: las dos grandes tiene cada una su cuarto, juntarlas en uno, imposible, no hay razonamiento que puedan entender y ya ni queremos hacer el esfuerzo.
Una más, la solución de la abuela, me informa, por acá cerca ví que venden una casa muy linda (Belgrano R). La mudanza no es una variable pero, por curiosidad averiguo, las casas que de afuera parece gigantes tienen como muchísimo cuatro dormitorios, no nos alcanzan y por supuesto, son carisimas.
La más posible que nunca llegamos a ejecutar: los tres varones en un cuarto con tres camas, nido, cuchetas, marineras o cómo se llamen y cinco niñas en otro cuarto con cinco camas, nido, cuchetas, marineras o cómo se llamen. Pero, por lo menos, renovar las camas. Ro, por ejemplo duerme en la cama que era de Abelino cuando era chico a la que la abuela le pintó en la cabecera con su mejor voluntad algo que intenta ser La Sirenita, no sé si porque le da miedo el dibujo, o porque se golpea la cabeza contra la madera que Rosario hace un tiempo pidió dormir del lado de los pies.
Otro caso: Consu duerme en la cama que era de Xime, a la que por alguna razón extraña el colchón le queda cada vez más grande y parece que se va escapando para afuera mientras la chica se hunde en un agujero sin fin.

En casa, al fondo del jardín, hay un cuartito. Cuando nos mudamos era un quincho que tiramos abajo pero decidimos dejar una parte, es un cuartito minúsculo con baño y cocina. Puede funcionar como cuarto de servicio, para quien tenga servicio. Nosotros probamos cuatro meses, la chica que estaba dormía hasta cualquier hora y Consu la tenía que ir a despertar alrededor de las 10 de la mañana para ver si empezaba a, por ejemplo, hacer las camas.
En alguna ocasión pensamos que era buena idea armar ahí una suerte de playroom, poner todos los juguetes, comprar piso de goma eva, en las paredes esos tableros de juegos. Pero después nos dimos cuenta de que para llegar los chicos tenían que atravesar el jardín con lo cual los días de lluvia no se podía usar.
En algún otro momento le propusimos a Vale que se lo arreglábamos y se iba ella ahí, asintió, pero quiero internet, wi fi, cable, 3 gigas, una nespresso, secador de pelo, planchitas y la tijera que arma los rulos. Desistimos, ahora que está con Kp,menos.
Otra opción, un cuarto de planchado para que Luis cuando plancha no lo tenga que hacer en medio del comedor con la ropa llenando las mesas y las sillas, imposible: la tabla de planchar está rota y Luis la tiene que apoyar en un silloncito del living para que no se caiga, no se puede trasladar un mecanismo similar a ese cuartito.

El otro día me gané un jamón, entero, con hueso, de aproximadamente siete u ocho kilos, goteante de grasa, si se me permite el neologismo.
Fue en medio del Mundial por lo que en casa la noticia pasó bastante desapercibida. En una rifa de una comida, me fui antes y les dejé a mis compañeros de mesa los números que había comprado. Cualquier premio que me saque quedénselo les dije, menos el jamón.
A la media hora de irme me estaban entrando mensajitos, wa, mensajes en el contestador avisando la feliz noticia, me enteré a la noche tarde, había dejado el teléfono en silencio para ver tranquila el partido de Costa Rica- Grecia.
Encima el jamón se lo quedó Néstor, y lo ví recién el viernes pasado, así que, Mundial finalizado, jamón en casa empezamos los preparativos para cortarlo.
Hace mucho tiempo nos regalaron un pie para el jamón, era en una época en la que a Luis le regalaban, entre otras cosas, jamones. Casi diez años después, con muchas mudanzas en el medio, yo lo dí por perdido pero, revisando y revisando llegué al cuartito. Entre huevitos de bebés, baldes de playa, baldosas que sobraron de la obra, bicicletas, cajas con papeles y otras porquerías estaba el pie del jamón.

Ahora lo podemos cortar y lo podemos comer

Me gustaría hacer una jamonada, invitar a todos los que quieran venir, a esta casa en donde ya no entramos, que necesita varias manos de pintura, que tiene todas las paredes dibujadas, convidarlos a todos con sandwichs de jamón, con vino, con cerveza. Una linda jamonada.
Y un tip: A fin del año pasado Pili hizo una fiesta con chicos del cole, más grandes, de una agrupación política en la que participaba. Por los comentarios de algunos que vinieron a la fiesta estos muchachitos y muchachitas fueron quiénes le dieron el mejor uso al cuartito.

Para la jamonada lo habilitamos.

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