El comienzo en la tarde del viernes, la
paz de filología con Patricio y Patricia.
La lindísima fiesta de cumpleaños de
Soledad con la que abrimos el viernes a la noche la temporada de
supuesto descanso de las vacaciones de invierno.
Octi y Estani el sábado
en el sube y baja del club en el que nos quedamos hasta que se fue el
sol.
El super partido de
fútbol que jugamos, que ya se está convirtiendo en una costumbre de
salidas al aire libre. La atajada que me embarró todo el jean.
La noche del sábado
llevando y trayendo criaturas propias y ajenas de comuniones y hacia
comuniones hasta las doce de la noche.
Las medias sucias de Kp,
dando vueltas en el playroom el domingo a la mañana y Loli que
limpió con ellas la leche que iba tirando de su mamadera.
La cena del domingo en la
que multiplicamos los panes y dimos de comer con dos tartas a catorce
personas.
La búsqueda de las
cartas del Mundial, porque las figuritas ya fueron, con Consu y Ro en
kioscos inexistentes cerca de Tribunales.
La obra de teatro gratis
del lunes en el galpón cerca de casa. El recuerdo de Ruth.
La cola para pedir las
entradas, la gente que pedía tres, cuatro, llegamos nosotros y
pedimos ocho.
El agradecimiento de los
actores, el llanto y la dedicatoria de la protagonista al terminar y
el agradecimiento a sus amigos por haberla acompañado en sus tempora
nubila.
Las ganas de consolarla
al final de la función.
El abrazo infinito que le
dí a Paula cuando fui a buscar a Maite que había ido a jugar con
Tami.
Los wa con Adri y su
regreso al hockey y a la vida.
La segunda copla de las
sevillanas que me va saliendo de a poco.
El RIÁ con las
castañuelas que también me va saliendo.
La humedad de lunes a la
noche abajo de la autopista en la vereda desierta cuando terminó la
clase.
Xime, Eleonora y Mariano
que están preparando sus clases para el concurso y la sensación de
que no los puedo ayudar como ellos me ayudaron a mí.
Los planes para reunirnos
en algún lado con amigas de toda la vida a comer comida árabe.
Los planes para el asado
del sábado de festejo del día del amigo, de Santiago y de
cumpleaños de Néstor atrasado en el Zamorano.
Octi y Estani pidiendo
por Enru.
La conversación con
Juan.
La casi certeza de que el
año que viene volvemos con Lidia a Ezeiza.
La certeza, compartida
con Vero, de que cuando nos reímos retrocedemos todas casi veintiocho
años a revender entradas en septiembre en las puertas del Luna Park.
La certeza de que cuando
nos reímos seguimos siendo las de siempre.
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