lunes, 4 de agosto de 2014

Vacaciones. Final


Y se acabaron las vacaciones de invierno.
Ayer razonábamos con Luis y con Camila que ese atardecer de domingo es tal vez el peor momento del año. El domingo previo al comienzo de clases, en marzo, trae consigo la novedad, los niños en nuevos grados, nuevos maestros, nuevos compañeros, nuevos horarios.
La segunda mitad del año, por el contrario, no trae novedades, tiene cargado el cansancio de la primera, el gusto de escasos quince días de vagancia y la percepción ya comprobada empíricamente en otros años que en estos meses que quedan todo cuesta más.
Anoche, alguien debe haber pensado lo mismo que nosotros y se decidió a actuar, se adelantó a uno de mis deseos primarios que nunca fui capaz de llevar adelante, le prendió fuego al container de basura de la calle; ardía con un olor a plástico quemado, se vislumbraba una llama naranja debajo de la tapa gris hasta que algún vecino solidario consideró que debía apagarlo con una manguera antes de que explotaran los autos que estaban estacionados por ahí.

Así, se acaban las vacaciones.
Muchas funciones de teatro gratis en lugares diversos, salidas al aire libre, idas y venidas a casas de amigos, de amigos a casas, visitas y encuentros con madrinas y padrinos, comidas, picnics, paseos, veredas de bicis, de patonas, de skates y para completar todas las temporadas de la pantera rosa que les bajó Luis para los momentos en los que quedábamos sin salir a pasear.
Y a la noche unas películas malísimas de tornados, de tiburones de dos cabezas, de cocodrilos asesinos.
Loli que aprovechó a sus hermanas y hermanos que estuvieron todos los días en casa y que sumó bastante vocabulario inteligible a su inteligible lenguaje.
Tótal que sigue siendo un bebé.
Muchas noches poner la mesa en la que había que hacer entrar y alimentar a más de quince personas.
La noche del cumple de Sonsi llegar a un restaurant medio lleno y ocupar nosotros solos casi toda la planta alta bajo la mirada compasiva de los otros comensales que no entendían si éramos una familia o un nuevo plan del gobierno.
Se acabaron las vacaciones. Y también se acabó el jamón.
Y llegan el mejor Garcilaso, Herrera y otra vez Góngora, el que en campos de zafiro pace estrellas.

Pero, si fuera posible: dejar todo compromiso laboral, académico, administrativo, solo escribir este blog, encerrarme con Luis y con mis hijos, preparar tranquila la fiesta de cumple de Sonsi y de Ro, no tener que faltar todo agosto a mis clases de flamenco, poder comprarme mi auto azul eléctrico, disfrutar todos los fines de semana de mis amigos, retomar tranquila Homeland en septiembre con Carrie pero también con Brody, traerme el pendrive lleno de películas que me graba Patricio, seguir viendo las películas malísimas de los tiburones en la nieve y durmiéndonos a cualquier hora enredados en las plumas que larga el acolchado, llenar la mesa de adolescentes divertidas los viernes a la noche, pasar todos los días un rato por el Zamorano, diseñar unas camas ultramodernas para que duerman cinco en un cuarto, ganarme otro jamón, encontrar el capitulo ese de la pantera rosa del arca de Noé, el único en el que la pantera hablaba que todavía no pudimos ver, el que daban siempre cuando yo era chica a la hora que mi papá volvía del consultorio.

En fin, floridos y sombríos, vivir de vacaciones de invierno.

2 comentarios:

  1. No tiene nada que ver con el post pero ¿alguna vez te comenté que el protagonista de Homeland actuaba en una serie que se llamaba Life que a Ruth le encantaba ver? Probablemente sí porque viste que las cosas yo suelo contarlas más de una vez a la misma persona.

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  2. Uy ¿sabés que estoy peor que vos? ahora que lo leo creo que alguna vez me lo contaste ¿en Santa Fe tal vez? y creo que te pregunté de qué se trataba la serie, pero ahora no estoy del todo segura...

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