Toda la semana peleando,
con la cabeza quemada.
Haciendo guardias en la
puerta del colegio, sublevando a los padres, a las madres, a los
niños, a los progresistas,a los moderados, a los liberales, a los
stalinistas, a los troskos, a todos.
Sin resultado alguno.
Respuestas varias y
disparatadas, cuanto más aprendan mejor, yo los puse acá porque
salen de profesores de educación física, ahora de artes marciales
habría que agregar, está bien que les den chino, a los hijos de
otro obvio y los cuatro días así, juntando firmas, yendo, viniendo
y todo es derrota.
Luis me manda por wa una
foto, en el asiento de adelante del 140 una mujer estudiando chino,
con un silabario tipo tabla pitagórica, como me había explicado
Mariano.
Por la calle veo chinos
por todos lados.
Los que pueden hacer algo
se atajan, nos dicen que los del ministerio no escuchan a nadie.
Ante la ley hay un
guardián y encima es chino.
La otra noche paramos en
un semáforo por Avenida de los Incas. Una mujer medio trastornada
iba hablando sola a los gritos, quedó así porque parece que los
chinos se quedaron con el colegio de los hijos me dijo Luis. Y me reí
y me dí cuenta de que tampoco es tan grave.
Así que listo, ya hice
el duelo.
Anotamos a Rosario en
otro colegio, a tres cuadras, el colegio del barrio. Y va a estar
bien, va a estar contenta y va a aprender.
Seguro,como dijo Ceci, va
a querer a su escuela como sus hermanas quieren a la suya.
Hace quince días que
suspendí la vida para pelear, conociendo otras madres que también
peleaban, peleando por otras madres que no peleaban.
Ya está, de esta pelea
me retiro.
Somos madres. Creemos
hacer lo mejor para nuestros hijos. Creemos que nuestros hijos siguen
siendo un pedazo nuestro.
Pero vienen los chinos,
el ministerio y los boludos de turno y arrasan con todo.
Pero no importa porque
somos madres y entonces seguimos.
El sol pudre la sangre y
seguimos, las piedras se hacen derrotas y seguimos.
Cada hijo que nace es una
herida que se abre y se cierra y seguimos, solas, acompañadas, con
paciencia, a los gritos, yendo, viniendo, esperando, sin esperanza,
regalando el aire, asfixiando, con escudos, en carne viva, ciegas,
ardiendo.
Seguimos.
A lo mejor ser madre es aprender a optar por la otra definición de derrota: la del camino a
seguir. Entonces no hay peleas perdidas.
Este es un regalo para
mí.
Un episodio no del todo bueno de una película no del todo
buena.
Me lo hago todos los días
de la madre.
Y me sigue sirviendo
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