lunes, 1 de septiembre de 2014

Abandono


Esta semana abandoné la bici, casi que se me empezó a oxidar como algunas cosas que tenemos en el jardín y que no las movemos cuando llueve, las sillas para tomar sol, por ejemplo, se secan, se descascaran y terminan quebrándose.
Algo así me pasó con la bici.
Fue una semana larguísima, de mucho trabajo, de un poco de mal humor, de algunas reuniones interminables, de empezarla con un sábado inaugurando en agosto la temporada de pileta para estar dos días después tratando de no volarme con un viento helado que tiraba ramas al paso del auto y que, de haber acertado alguna, hubiera sido la excusa perfecta para mi nuevo auto azul eléctrico.
Semana que termino con la teta coloradísima, tapada, volando de fiebre y pensando en la necesidad de que una persona mayor que se ha pasado la vida amamantando lo siga haciendo considerando que los niños tienen veinte meses y que comen cualquier cosa con la que se encuentren por el camino
Semana que termina también con una lindísima noticia que es casi secreta y que compartiremos sólo con aquellos que nos entiendan y se alegren a la par nuestra.
Semana complicada.

Más complicada también a causa de las noches, desde el martes o miércoles que no podemos dormir casi nada. Primero se despierta Loli, hay que pasarla a la cama nuestra, logramos dormirla, se despierta Tótal, pasamos otra vez a Loli a su cuna, viene Tótal a la nuestra, lo dormimos y así es un movimiento que realizamos cinco o seis veces por noche hasta que los que nos dormimos somos nosotros y quedan los dos chicos dueños de nuestra cama.

La peor noche fue la del jueves, empezó a las diez con Sonsi llorando a mares porque no habia fruta, salí corriendo con Octi a los chinos a comprar algo.Octi tiene compulsión por los tomates y las frutillas, capaz que mientras compramos él le saca al verdulero un kilo de cada cosa. Así que lo agarré fuerte de la mano, no tenía mucha plata como para pagar los cherrys y -como le explico siempre a Octi, que se ve que no me entiende- el pobre verdulero no es Jumbo
En un momento quedé en una lucha cuerpo a cuerpo con el chico que todavía no había logrado agarrarse ni una frutilla,me tropecé y pisé a un hombre que estaba parado atrás. Le pedí perdón mientras seguía tratando de domar a Octi. El hombre estaba pálido. Qué raro pensé está bien que me explotaron unos jeans que usaba hacía seis años, que me puse un buzo de Luis y me entró bien y que la otra mañana los que te pegan papeles de propaganda en las puertas dejaron en todas las casas una publicidad de un delivery de picadas y a mí me dejaron uno de un salón de belleza que hacían masaje de cráneo, pero al hombre también se lo veía bastante robusto.
Insistí con mi pedido de perdón, sí, sí me contestó no te preocupes, lo que pasa que se me acaba de salir una uña y justo mi amigo y me señala a otro que andaba por ahí y que convenientemente se había alejado, me decía que como no soy muy tolerante al dolor, que trate de olvidarme, pero ahora imaginate, me volví a acordar,
Agarré al chico de los pelos y me fui de los chinos retándolo por afanarse los tomates, por no obedecer, por hacerme pisar al hombre sin uña.
La noche siguió con Dolores que no habia forma de que se quedara dormida, lloraba, se movía, se dormía, se despertaba, lloraba y empezaba todo de nuevo. Todo en nuestra cama, a la quinta vez que vino a acostarse entre nosotros, se me ocurrió la genial frase: antes, en esta cama, se cogía. Luis no pareció apreciarla del todo. A las cuatro de la mañana Loli se había quedado dormida por un lapso mayor a media hora. Suena el teléfono, una voz como de Valen, que no dormía en casa, llorando, papi, no sabés lo que me pasó, no puedo hablar mucho, papi ayudame. Luis, medio dormido, se dio cuenta en seguida de que la voz en cuestión no era la de su hija, los puteó y cortó el teléfono. Yo me quedé preocupada, en ningún momento pensé que la podían haber secuestrado o algo sino que estaba convencida de que se había peleado con Kp y que necesitaba que la fuéramos a buscar. La llamé, la desperté, le pregunté quinientas veces si estaba bien, sí, sí estoy bien pero dormida. Me fui a dormir yo, ya eran casi las seis de la mañana y Tótal, tranquilísimo en su cuna, se preparaba para la noche del viernes que fue él quien no nos dejó dormir.

De sábado al domingo dormimos mejor, hasta pude soñar. Soñé que estaba en Australia, no sé cómo sabía que era Australia, pero era Australia A menudo sueño que estoy en ciudades y que tengo que subirme al avión para volver a casa, generalmente son Madrid, México D.F y útimamente Montevideo. Son pesadillas. Las de Montevideo son mejores porque antes de despertarme razono que puedo volver en Buquebus, entonces quedo tranquila.
Como fuere, estaba en Australia. Veía la ciudad, ignoro cuál, desde la ventana altísima de un hotel, debajo se veían plazas con toboganes construidos con crayones donde los chicos se tiraban y dibujaban, había unos colectivos multicolores que en vez de paradas entraban a lugares como de trenes fantasmas. Se veía que era como un disney pero en Australia, una ciudad de los niños en Australia.
No sé si yo estaba sola o con los chicos, pero no podia salir del hotel a pasear porque tenía que escribir un trabajo para un congreso que era la razón por la que estaba en Australia.
Y lo único que hacía era mirar por la ventana y pensar en lo contentas que estarían ahí mis criaturas, en el paper para el que no se me caían dos ideas y en el avión que me tenía que tomar de vuelta.

Yo quedé en Freud, a veces entiendo algo de Lacan, sobre todo cuando escucho a Enru.
Pero pienso que si el poco tiempo que puedo dormir tengo estos sueños, más algunas conversaciones que tuve en la semana con Patricio y también con Coni, más la teta tapada, la fiebre y todo eso debe ser que el golpe de timón está más cerca de lo que creo.


Y el abandono no es para la bici.


de regalo mi sevillana preferida, ya vuelvo a bailarla

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