domingo, 14 de septiembre de 2014

La Fede

Hace unos díez días Luis me trajo de regalo un libro de 900 páginas de Jumbo.
Estaba barato, 45 pesos y te lo compré, me dijo.
Y en medio de las quinientas mil cosas que tengo lo empecé a leer.
Es una historia de la Fede, desde que se fundó, ya empieza con un conflicto por el año de la fundación, el revisionismo, la historiografía oficial y la otra, los archivos perdidos, las purgas y sigue así, con peleas, con idas, con vueltas.

Pero lo sigo leyendo y mientras lo leo me voy acordando de tantas cosas:

De mañanas de domingo al alba yendo al Cervantes a ver al Bolshoi.
De exposiciones de la industria de Checoeslovaquia, la RDA o Yugoslavia.
De una muñequita lindísima que me compré en una de esas exposiciones que ya más grande me llevaba de amuleto a las pruebas de latín.
De las Ferifiestas en los bosques de Palermo y en el Parque Sarmiento.
De los planes que hacia para que viniera Pugliese a mi casa a tocar Desde el alma el día de mi fiesta de quince.
Del dia que Pugliese fue al Zamorano.
De una noche, en el auto que justo por la radio, radio Belgrano, pasaron una canción de Violeta Parra a quien yo no conocía.
De la noche del Luna Park y de Santiago Feliú.
Del reloj del Kremlin que tocaba la Internacional.
De la bronquitis fuertísima que le agarró a mi papá en Kiev.
De los libritos que repartían en los aeropuertos sobre el ejército rojo.
Del día que mi papá no me dejó afiliar a la Fede.
De un acto en Callao que yo fui sola y lo llamé y le dije vení, que está buenísimo.
Y él que había pasado por mil actos vino, no tanto porque el acto estaba buenísimo, sino para acompañarme.
De un martes, cuando yo todavía daba prácticos a la tardecita, que lo alcancé al local de Acuña de Figueroa, no sé ni cómo lo alcancé, ni cómo dí la clase, porque al mediodía se había casado Galo y habíamos tomado muchísimo champagne.
De otro martes, que yo estaba embarazada de Felipe y volvía de Puan en un taxi y por ahí lo veo a mi papá manejando su auto, en mitad del camino porque justo venía de una reunión y entonces me trajo él a casa.
De cómo a veces tal vez se puede estar equivocado pero se puede ser coherente, y ser un ejemplo.

Y de mis formas de extrañarlo tanto en estos cinco años.



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