jueves, 18 de diciembre de 2014

El pulpo

Domingo. Hubiera cumplido años mi padre. Siempre lo festejaba con pulpo, en el Zamorano.
Estos años seguimos comiendo pulpo en casa.
Comemos pulpo el día del padre y el 14 de diciembre.
A veces también hacemos pulpo para mi cumple. Me parece la mejor manera de agasajar a los invitados, pero no es una comida que les guste a muchos. A Meneca por ejemplo no le gusta, siempre me cuenta que cuando hacían pulpo en su casa la madre le avisaba para que se fuera mientras el pulpo hervia, por el olor.
Hay varios trucos para que el pulpo quede bien.
Primero que sea pulpo español. Segundo lavarlo mucho, por lo menos una hora. Tercero cuando el agua hierve, antes de echarlo en la olla sumergirlo tres veces, que se enrulen los tentáculos y después tirarlo adentro y vigilarlo para que no se pase.
Algunos dicen que si lo ponés a hervir con una papa grande tarda en hacerse lo que tarda la papa. Otros que hay que ponerlo con un corcho, cuando el corcho flota el pulpo está listo. Nunca probamos ninguno de los dos métodos, pero la mayoria de las veces nos queda bien.
Y por supuesto un buen aceite de oliva y un mejor pimentón. 
El domingo estuve todo el día en el zamorano, a la noche ibamos a cocinar el pulpo pero estábamos medio cansados, compramos un pulpo precocido, asqueroso, solo por el olor se verificaba que pertenecía al océano, por el color parecia pollo y por la consistencia chicle masticado.
No importa, comimos pulpo y nos acordamos de Abelino.
Más tarde salió campeón Racing.

Lunes. Me levanté muy temprano, a las cuatro.
Llevé a Valen y a la abuela al aeroparque. Cuando subí al auto el viento tenia gusto a rio.
Volví a casa. Dormí hasta las once.
A la hora de la siesta acto de egresados de séptimo del colegio. Maite y Sonsi tenían que tocar la guitarra. Las acompaño. Egresaban chicos que conocemos desde chiquitos. Muchos son amigos de Maite, me acuerdo de un cumple que había invitado a algunos, cuando cumplía cuatro o cinco y ellos habían terminado preescolar, Rochi, Braian, otros que se cambiaron de cole como Joaquin o como Celeste, decían chinchin por preescolar, chinchin por las vacaciones y se tiraban coca y se reían y de a poco la alegria volvía a entrar en casa.
El lunes abracé fuerte a sus madres,y a las de otros, a Sole, a Ceci, a Susana y mientras los veía tan grandes, tan lindos, tan contentos pensaba brinden de vuelta, preciosos, por séptimo, por las vacaciones, por la vida.
Después volví al zamorano. Bailamos sevillanas para despedir el año.

Martes. Un 16 de diciembre hace veintiseis años fuimos con Luis al cine y a tomar un helado.
Yo tenía 17 y él 18. Me acompañó a casa y acá estamos.
El martes para festejar solo pudimos escaparnos quince minutos a tomar otro helado.
A la tarde Pili había aprobado francés. Primera valla.
Ahora le quedan dos, quimica y matemática
Y física la espera en marzo.
Toda una tradición familiar.

Miércoles. Acto de egresados de preescolar. “Se” egresa Ruli.
Entró a sala de dos llena de rulos, sale con el pelo lacio.
Les dan un diploma, lo levantan y se sacan fotos.
Les dan una medalla a cada uno. Se la cuelgan con una cinta azul francia.
Las hermanas y Sol las aplauden a los gritos a ella y a Hada. Ahora la medalla empezará a dar vueltas por la casa.
Bailan. Festejan. Toman helados y comen torta.
En el patio hace mucho calor, sueltan globos que se escapan altísimo.
Para el lado del viento. Del río.

Cuatro días. Cada uno valió por dos. Ocho.

Como los tentáculos. Del pulpo.



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