Domingo. Hubiera cumplido
años mi padre. Siempre lo festejaba con pulpo, en el Zamorano.
Estos años seguimos
comiendo pulpo en casa.
Comemos pulpo el día del
padre y el 14 de diciembre.
A veces también hacemos
pulpo para mi cumple. Me parece la mejor manera de agasajar a los
invitados, pero no es una comida que les guste a muchos. A Meneca por
ejemplo no le gusta, siempre me cuenta que cuando hacían pulpo en su
casa la madre le avisaba para que se fuera mientras el pulpo hervia,
por el olor.
Hay varios trucos para
que el pulpo quede bien.
Primero que sea pulpo
español. Segundo lavarlo mucho, por lo menos una hora. Tercero
cuando el agua hierve, antes de echarlo en la olla sumergirlo tres
veces, que se enrulen los tentáculos y después tirarlo adentro y
vigilarlo para que no se pase.
Algunos dicen que si lo
ponés a hervir con una papa grande tarda en hacerse lo que tarda la
papa. Otros que hay que ponerlo con un corcho, cuando el corcho flota
el pulpo está listo. Nunca probamos ninguno de los dos métodos,
pero la mayoria de las veces nos queda bien.
Y por supuesto un buen
aceite de oliva y un mejor pimentón.
El domingo estuve todo el día
en el zamorano, a la noche ibamos a cocinar el pulpo pero estábamos
medio cansados, compramos un pulpo precocido, asqueroso, solo por el
olor se verificaba que pertenecía al océano, por el color parecia
pollo y por la consistencia chicle masticado.
No importa, comimos pulpo
y nos acordamos de Abelino.
Más tarde salió campeón
Racing.
Lunes. Me levanté muy
temprano, a las cuatro.
Llevé a Valen y a la
abuela al aeroparque. Cuando subí al auto el viento tenia gusto a
rio.
Volví a casa. Dormí
hasta las once.
A la hora de la siesta
acto de egresados de séptimo del colegio. Maite y Sonsi tenían que
tocar la guitarra. Las acompaño. Egresaban chicos que conocemos
desde chiquitos. Muchos son amigos de Maite, me acuerdo de un cumple
que había invitado a algunos, cuando cumplía cuatro o cinco y ellos
habían terminado preescolar, Rochi, Braian, otros que se cambiaron
de cole como Joaquin o como Celeste, decían chinchin por preescolar,
chinchin por las vacaciones y se tiraban coca y se reían y de a poco
la alegria volvía a entrar en casa.
El lunes abracé fuerte a
sus madres,y a las de otros, a Sole, a Ceci, a Susana y mientras los
veía tan grandes, tan lindos, tan contentos pensaba brinden de
vuelta, preciosos, por séptimo, por las vacaciones, por la vida.
Después volví al
zamorano. Bailamos sevillanas para despedir el año.
Martes. Un 16 de
diciembre hace veintiseis años fuimos con Luis al cine y a tomar un
helado.
Yo tenía 17 y él 18. Me
acompañó a casa y acá estamos.
El martes para festejar
solo pudimos escaparnos quince minutos a tomar otro helado.
A la tarde Pili había
aprobado francés. Primera valla.
Ahora le quedan dos,
quimica y matemática
Y física la espera en
marzo.
Toda una tradición
familiar.
Miércoles. Acto de
egresados de preescolar. “Se” egresa Ruli.
Entró a sala de dos
llena de rulos, sale con el pelo lacio.
Les dan un diploma, lo
levantan y se sacan fotos.
Les dan una medalla a
cada uno. Se la cuelgan con una cinta azul francia.
Las hermanas y Sol las
aplauden a los gritos a ella y a Hada. Ahora la medalla empezará a
dar vueltas por la casa.
Bailan. Festejan. Toman
helados y comen torta.
En el patio hace mucho
calor, sueltan globos que se escapan altísimo.
Para el lado del viento. Del río.
Cuatro días. Cada uno
valió por dos. Ocho.
Como los tentáculos. Del
pulpo.
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