Hace bastante tiempo que
tenemos un libro en prensa. La mejor excusa para un asado de verano
entre todos los autores.
El otro día nos llamaron
de la imprenta para avisarnos que podíamos pasar a buscar las
pruebas. Nos repartimos tareas y la imprenta, que queda en Florida,
me tocó a mí.
Ayer miércoles me
parecía un buen día para dirigirme al conurbano, no hacía
demasiado calor y a la tarde no había ni reuniones de padres, ni
clases abiertas de música, ni conciertos, ni nada.
Por el contrario los días
que quedaban de la semana estaban altamente complicados destacándose
el viernes la producción estelar de La Bella y la Bestia y el
segundo cumpleaños de Loli y Tótal.
Así organizada, sabía
que no podía volver muy tarde porque Valen se iba a la cancha
bastante temprano, por el tema ese de las gordas que ponen las
banderas y ocupan todas las plateas, sabía también que la
corrección de las pruebas no me iba a demandar más de media hora,
tengo siempre en mi cabeza esa definición de Meneca que una vez me
dijo que yo era lo más opuesto a una persona obsesiva. Acompañé a
Luis a llevar a los chicos al jardín y me ofreció, muy amablemente,
a transportarme a la imprenta, le repetí las conjeturas temporales,
a las tres podemos estar de vuelta.
Vamos por Balbín desde
donde empieza hasta donde termina, cruzando Avenida Parque el auto
hizo un ruido raro, se paró. Lo encendió y seguimos adelante, se le
empezó a prender una luz naranja, no auguraba nada bueno. Doblamos
por el Parque Sarmiento, volvió a hacer ruido, dejá me tomo el 41,
vos mejor volvete a casa. Paramos en una esquina, le pregunto a una
señora mayor si ahí paran el 41 y el 93, el 41. Me bajo. Luis
engancha una rotonda para retomar y se le vuelve a parar el auto,
definitivamente. Imposible cruzar para ayudarlo, lo veo empujar la
camioneta hasta el cordón. Cuando puedo cruzar el auto estaba
envuelto en humo, compro un agua mineral en unos chinos, vuelvo a
perder diez minutos para atravesar la avenida. Le ponemos el agua que
se cae toda al asfalto, más caliente que el auto. Llamamos al
auxilio, va a tardar tres horas. Vuelvo a cruzar a la parada del 41,
la señora ya se había ido, espero el colectivo quince minutos, no
viene ninguno. Me doy cuenta de que la imprenta se está
transformando en una misión imposible. Tengo dos horas para
corregir las pruebas, volver a casa en colectivo, buscar el auto,
cruzar una Belgrano llena de máquinas asfaltadoras y de árboles
caidos. No llego. Vuelvo a donde está Luis después de esperar diez
minutos que algún auto respete las cebras, me voy a tomar el 93 le
aviso.
Pasan, después de veinte
minutos siete 41. Me tomo el 93.
Llego a casa justo para
agarrar mi auto e ir a buscar a los del jardín. Dejo la imprenta
para otro día. Me avisa Luis que ya está con su auto en el taller,
ahí quedará por un tiempo, no sé que desastre le ocurrió de
nombre complicado y de presupuesto más complicado todavía.
Nos aventuramos otra vez
en un Belgrano caótico, potenciado ahora por la final de la
Sudamericana.
Valen que ya se fue
temprano, Consu que finalmente puede ver el partido con Gaspi, Maite
que quiere ir a la peluquería, Pili que está aburrida estudiando,
más la heladera vacía, internet rota y toda otra serie de
cuestiones cotidianas.
En la peluquería la
peluquera me reta porque la chica tiene un poco de pediculosis, qué
raro le digo, se hizo vinagre hace poco. Igual le corta el pelo que
le queda precioso.
A la noche vemos el
partido, tenemos que buscar a Consu a lo de Gaspi que vive a cinco
cuadras de la cancha. Ideal.
Cuando faltan diez
minutos le digo a Luis, mejor vamos a buscarla ahora, silencio. Se
había quedado dormido, supongo que de la bronca.
Por última vez en el día
vuelvo a Belgrano, presiento hordas eufóricas cortando las calles.
Me llevo a Pili de apoyo. Las calles desiertas, poca gente caminando
todos con camisetas.
Subimos a Consu que,
férrea hincha de Boca, quiere gritar por la ventana Viva el fútbol
Pisculichi.
Los autos empiezan a
tocar bocina, tocamos un poco también nosotras.
Todavía los festejos más bulliciosos están en la cancha. Desde lo de Gaspi se escuchan los fuegos artificiales.
Nos manda wa Valen, no me esperen, tenemos que
ver cuando les dan la copa.
Seguimos viaje, Cabildo
es una fiesta.
Me acuerdo una vez que yo
era muy chiquita y River había salido campeón, pasamos en auto
cerca de la cancha. Yo tenía una pollera roja y una remera blanca,
de casualidad. Me acuerdo de mi papá que dijo te saco por la ventana
así festejamos, me acuerdo que me causó gracia.
Tocamos bocina más
fuerte.
Para el jueves me quedarían la imprenta, el vestuario de La Bella
y la Bestia y otra serie de clases abiertas.
Por hoy miércoles
suficiente, viva el fútbol.
Jajaja, yo tambien me quedé dormido (de la bronca)
ResponderEliminarMuy bueno!!!
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