jueves, 11 de diciembre de 2014

Miércoles


Hace bastante tiempo que tenemos un libro en prensa. La mejor excusa para un asado de verano entre todos los autores.
El otro día nos llamaron de la imprenta para avisarnos que podíamos pasar a buscar las pruebas. Nos repartimos tareas y la imprenta, que queda en Florida, me tocó a mí.
Ayer miércoles me parecía un buen día para dirigirme al conurbano, no hacía demasiado calor y a la tarde no había ni reuniones de padres, ni clases abiertas de música, ni conciertos, ni nada.
Por el contrario los días que quedaban de la semana estaban altamente complicados destacándose el viernes la producción estelar de La Bella y la Bestia y el segundo cumpleaños de Loli y Tótal.

Así organizada, sabía que no podía volver muy tarde porque Valen se iba a la cancha bastante temprano, por el tema ese de las gordas que ponen las banderas y ocupan todas las plateas, sabía también que la corrección de las pruebas no me iba a demandar más de media hora, tengo siempre en mi cabeza esa definición de Meneca que una vez me dijo que yo era lo más opuesto a una persona obsesiva. Acompañé a Luis a llevar a los chicos al jardín y me ofreció, muy amablemente, a transportarme a la imprenta, le repetí las conjeturas temporales, a las tres podemos estar de vuelta.
Vamos por Balbín desde donde empieza hasta donde termina, cruzando Avenida Parque el auto hizo un ruido raro, se paró. Lo encendió y seguimos adelante, se le empezó a prender una luz naranja, no auguraba nada bueno. Doblamos por el Parque Sarmiento, volvió a hacer ruido, dejá me tomo el 41, vos mejor volvete a casa. Paramos en una esquina, le pregunto a una señora mayor si ahí paran el 41 y el 93, el 41. Me bajo. Luis engancha una rotonda para retomar y se le vuelve a parar el auto, definitivamente. Imposible cruzar para ayudarlo, lo veo empujar la camioneta hasta el cordón. Cuando puedo cruzar el auto estaba envuelto en humo, compro un agua mineral en unos chinos, vuelvo a perder diez minutos para atravesar la avenida. Le ponemos el agua que se cae toda al asfalto, más caliente que el auto. Llamamos al auxilio, va a tardar tres horas. Vuelvo a cruzar a la parada del 41, la señora ya se había ido, espero el colectivo quince minutos, no viene ninguno. Me doy cuenta de que la imprenta se está transformando en una misión imposible. Tengo dos horas para corregir las pruebas, volver a casa en colectivo, buscar el auto, cruzar una Belgrano llena de máquinas asfaltadoras y de árboles caidos. No llego. Vuelvo a donde está Luis después de esperar diez minutos que algún auto respete las cebras, me voy a tomar el 93 le aviso.
Pasan, después de veinte minutos siete 41. Me tomo el 93.

Llego a casa justo para agarrar mi auto e ir a buscar a los del jardín. Dejo la imprenta para otro día. Me avisa Luis que ya está con su auto en el taller, ahí quedará por un tiempo, no sé que desastre le ocurrió de nombre complicado y de presupuesto más complicado todavía.
Nos aventuramos otra vez en un Belgrano caótico, potenciado ahora por la final de la Sudamericana.
Valen que ya se fue temprano, Consu que finalmente puede ver el partido con Gaspi, Maite que quiere ir a la peluquería, Pili que está aburrida estudiando, más la heladera vacía, internet rota y toda otra serie de cuestiones cotidianas.
En la peluquería la peluquera me reta porque la chica tiene un poco de pediculosis, qué raro le digo, se hizo vinagre hace poco. Igual le corta el pelo que le queda precioso.
A la noche vemos el partido, tenemos que buscar a Consu a lo de Gaspi que vive a cinco cuadras de la cancha. Ideal.
Cuando faltan diez minutos le digo a Luis, mejor vamos a buscarla ahora, silencio. Se había quedado dormido, supongo que de la bronca.
Por última vez en el día vuelvo a Belgrano, presiento hordas eufóricas cortando las calles. Me llevo a Pili de apoyo. Las calles desiertas, poca gente caminando todos con camisetas.
Subimos a Consu que, férrea hincha de Boca, quiere gritar por la ventana Viva el fútbol Pisculichi.
Los autos empiezan a tocar bocina, tocamos un poco también nosotras.
Todavía los festejos más bulliciosos están en la cancha. Desde lo de Gaspi se escuchan los fuegos artificiales.
Nos manda wa Valen, no me esperen, tenemos que ver cuando les dan la copa.
Seguimos viaje, Cabildo es una fiesta.
Me acuerdo una vez que yo era muy chiquita y River había salido campeón, pasamos en auto cerca de la cancha. Yo tenía una pollera roja y una remera blanca, de casualidad. Me acuerdo de mi papá que dijo te saco por la ventana así festejamos, me acuerdo que me causó gracia.
Tocamos bocina más fuerte. 
Para el jueves me quedarían la imprenta, el vestuario de La Bella y la Bestia y otra serie de clases abiertas.

Por hoy miércoles suficiente, viva el fútbol.

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