Hace unos meses que
descubrí los nardos.
El perfume de sus flores
blancas logra que la casa parezca estar un poco más arreglada y que
la ropa que se apila en el comedor esperando la plancha de Luis no se
note tanto.
El otro día pasé por el
kiosco de flores de Belgrano R y no había
Hoy fuimos con Pili,
Octi, Estani, Loli y Tótal a comprar el regalo del día del padre.
En el negocio me
preguntaron si eran todos míos, falta la mitad les contesté.
Se sentaron los cuatro
(Pili no) en el piso para no tocar la ropa, especialmente unas
corbatas fosforescentes que estaban puestas ahí, a mano haciendo un
círculo de corbatas fosforescentes.
El negocio es todo de
madera, hay olor a nuestras camas nuevas dijo Estani y se rieron.
Eligieron los regalos,
Octi, Estani y Tótal salieron cada uno con una bolsita.
Después les compré una
caja de lápices de colores para que le hicieran un dibujo al padre.
En el camino pasé otra
vez por el kiosco de flores y esta vez sí conseguí los nardos.
En estos días estuve
inventando unas historias con unos nardos, además del perfume que
tienen me parece que la palabra suena bien y me gusta verlos
marchitarse de a poco sin perder del todo el brillo. En la historia
me servían además para disimular el olor a zapatillas sucias del
cuarto donde conviven las cinco niñas de bebés a preadolescentes.
En estos días también
estuve recorriendo un poco mi infancia y mi adolescencia.
Me acordé que odiaba el
colegio.
Que cuando estaba en
quinto grado me fui a Europa y llegué recién en abril.
Que ese mismo año empecé
a ir a teatro en el Zamorano los viernes a la noche.
Que en el descanso nos
sentábamos todos los chicos alrededor de una mesa larga a comer
sandwichs de salame y queso.
Que volvíamos a casa a
cualquier hora con mi papá contando los autos rojos que
encontrábamos por el camino.
Que el viernes se fue
transformando en el mejor día de la semana.
Me acordé que, ya más
grande, me encantaba ser arquera de hóckey.
Que había partidos en
los que me comía muchos goles.
Que en un partido en el
que me hicieron bastantes goles saqué uno increíble en un ángulo
estirándome no sé cómo.
Que cuando terminó el
partido, mi papá que siempre trataba de venir a verme me dice pero
qué bien esa pelota que sacaste en el ángulo.
Y yo, desanimada, me puse
contenta por mi mejor hincha.
En estos días también
me da pena, vacío o rabia tener que preocuparme solo por el regalo
de Luis para el día del padre.
Pero compro los nardos,
perfumo la casa.
Y en algún lado cantamos
como tantas veces en el día del padre, en nochebuena, en el
zamorano.
Marchitándose pero con
brillo.
Los nardos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario