miércoles, 22 de agosto de 2018

Dieciocho


La semana pasada hicimos unos trámites en el cementerio,
no estuvieron tan mal;
tuvimos que firmar unas cosas, mi hermano, Luis y yo.
El piso de la oficina me hacía acordar al de mi escuela primaria;
unas baldosas chicas, rectangulares, de color ocre con olor a kerosen.

Mientras, el sol de agosto esquivaba la parte de arriba de las bóvedas:
estatuas de ángeles, de mujeres arrodilladas, de águilas
y entraba por las ventanas haciendo los vidrios más transparentes.

El sol de agosto es siempre débil, un sol líquido, sin fuerza, sol de cristal.

El día en que nació Felipe, por ejemplo, frío y lluvia.
En realidad era de noche, salimos rápido y encima casi nos baja la barrera.
Pero llegamos.
Después siguió haciendo frío y lluvia hasta que volvimos a casa.
Creo que por eso no lo pelamos, ya me olvidé.

La semana pasada al día siguiente del de los trámites de Chacarita fui a donar sangre.
Otra cosa que puede hacer alguien a los dieciocho, donar sangre.
Roja, oscura, casi negra.
Como la que traen los hijos cuando recién nos nacen.
Como la que nos dejan.

Creo que en el papel de los trámites, los del cementerio, firmé con la misma lapicera que uso
cuando escribo a mano
porque quiero que las palabras me salgan perfectas,
en el cuaderno que tiene puntos en vez de renglones
o en el del gato que me regaló Xime.
Pero no, debe haber sido con otra porque a esa le compré cartuchos rojos
y el papel lo firmé con negro.

Ahora pienso en esos papeles
en vez de pensar dónde vamos a ir a comer hoy a la noche,
o en vez de protestar contra Valen que justo se le ocurre ir a New York cuando el
hermano cumple 18,
o en vez de pedirle a alguna de las nenas que haga una chocotorta.

No.
Solo pienso en la lapicera con la que firmé un papel que decía que
en diciembre nos dan una caja con las cenizas de Felipe.
Y no entiendo cómo no me estalla el cerebro en pedacitos
no entiendo tampoco cuándo yo que vivía cubierta por una almena de diamantes,
me volví tan de cristal,
tan débil
como el sol de agosto.



1 comentario:

  1. hay cosas que no podemos entender. Muchisima fuerza con todo y un enorme abrazo

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