lunes, 23 de junio de 2014

Invierno

Previsible, lento, húmedo, el invierno.
Nos dimos cuenta con Lidia el jueves, todo blanco en el borde del camino, la escarcha de la madrugada.
En casa el mueble de la entrada se cuelga de abrigos de todos los tamaños, materias y colores. Cada habitante que llega deja allí sus tapados, sus camperas, sus bufandas o lo que considere que debe sacarse para estar adentro.
Y cuando vuelve a salir lo hace con otro abrigo, no con el que dejó colgado, resultando de ello una suerte de elefante compacto bajo el cual, por ejemplo, perdí hace tres días las llaves del auto.
Como no lo sé cerrar con la llave de repuesto lo dejo abierto porque si no, suena la alarma. El otro día por ejemplo, en el penal, lo tuve que dejar abierto, no fuera que cuando volviéramos de la clase y lo abriese empezara a sonar la alarma, bastante con que casi nos pierden los documentos.

Le dimos la bienvenida al invierno el sábado a la noche con un cordero al malbec compartido con Xime, Guille y Lu.
Y el domingo con esos cositos riquísimos de limón que hace Enru.
Lo recibimos además con anginas, bronquitis, otitis. Sonsi y Tótal con antibióticos y muy posiblemente pronto se complete el equipo con Consu y Ro que empezaron la nueva estación con sostenidos 39 grados de fiebre.
Llegan también las falsas vacaciones, la caza de lugares donde ir gratis, el descanso mentiroso.
El año en julio es como una ola que retrocede y vuelve después con mucha más furia.

En invierno cumplen años Sonsi y Ro. Y cumple mucha gente querida.
En invierno cumplen años mis preciosos amiguitos More, Juli y Manu.
Cande no, nos avisa con su cumple que el invierno se acaba.

El día más frío del invierno de 1994, hace veinte años nos casamos.
Y nadie hubiera podido predecir cuánta vida nos iba a pasar en este tiempo.
Ahora, estamos planeando una mega fiesta para esa noche pero como capaz hace frío no vamos a poder usar el jardín para bailar, como en mi cumple, que siempre viene mucha gente y terminamos bailando los mismos cinco.
O como para el cumple de Sonsi que hay que poner el inflable en el garage.
Así que me parece que nos quedamos sin mega fiesta. Eso por habernos casado en invierno.

Gracias al invierno Tótal se está salvando del viaje a la peluquería y tiene un casquito lindísimo, una mezcla entre Zamba y  el técnico de Alemania
Loli no tiene nada porque no le crece el pelo. Nunca se lo cortamos, ni siquiera cuando nació.
El invierno además estorba ideas extraviadas que en el verano aparecerían como perfectamente realizables, una que anda dando vueltas en estos días por el hogar: subirnos todos a los dos autos, como cuando nos vamos a Quequén o alquilar una van, cerrar todo sin pensarlo demasiado e irnos a Brasil, a respirar mundial.
Un plan que Ceci tenía con Vale, Pili y Felipe pero para las Olimpíadas de Río.
Y ahora me doy cuenta de que en invierno también cumplía Felipe.

Me gustaría saber escribir bien; poder, con las palabras, describir el invierno, evaporar la escarcha, encontrar las llaves del auto.


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