Todo el fin de semana con la pileta
verde.
Probamos con mucho cloro,
con clarificador, con alguicida, con filtro, nada.
Por lo menos no tiene
olor. A veces cuando se pone verde y la vaciamos, llegando al final
los chicos empiezan que parece la playa, que hay olor a mar.
Asqueroso, esta vez no.
El agua está limpia pero
verde. Los chicos se metieron, invitaron amigos, llenaron la casa de
niños, a nadie pareció importarle demasiado el color del agua.
Pili estuvo la mitad del
fin de semana terminando un dibujo de plástica, de pop art dijo,
dividió la hoja en seis, hizo unas cerezas de diferentes colores y
con diferentes fondos, terminó contentísima, el último dibujo de
plástica de mi vida, nos lo vino a mostrar, parecía de alguien de
segundo grado, un desastre; la otra mitad del fin de semana la pasó
estudiando matemática.
El viernes a la noche, a
eso de las dos de la mañana parece que vinieron a visitarla unos
muchachitos. Nosotros no escuchamos nada, ya dijimos con Luis, a la
noche puede venir un elefante, entrar al jardín y comerse todas las
plantas que recién nos daríamos cuenta a la mañana siguiente, o a
la madrugada cuando se despierta Loli y se pasa a nuestra cama.
Vale estuvo la cuarta
parte del fin de semana en casa, se fue el sábado a la tarde y
volvió el lunes a la madrugada con Kp que hace mucho que no venía
porque estaba estudiando, le creció bastante el pelo. Vale sigue
estudiando, tiene el último parcial el miércoles y ya termina el
cuatrimestre.
Se me rompió el celular,
se me borraron todas las aplicaciones, todas las fotos y todas las
canciones. De fondo de pantalla tenía una imagen de la pileta y las
plantas, para que no me quedara blanca tuve que sacar otra foto igual
pero ahora con el agua verde.
Y en tantas vueltas
alrededor de la pileta descubrí que al cactus que me había regalado
Soledad hace dos cumpleaños le habían salido como tres flores,
descubrí también que las flores de cactus se abren y cierran si les
da o no les da el sol.
Planté por vigésima vez
una planta de albahaca, que habíamos comprado para hacer unas pizzas
el sábado a la noche que vinieron Xime, Guille y Lu. Creo que
pasaron veinticuatro horas y que ya se secó.
Entre tanta plantación
conversamos con Pili de porros, de límites, de drogas blandas y
duras, de inspiración y de inteligencia.
Conversamos también de
la imagen esa espantosa, la del cierre que anduvo dando vueltas por
la web hasta que la borraron, de posibilidades y de sexualidades.
Ahí me acordé la
cantidad de niñas que hay en esta casa, y de que hace mucho, cuando
estaba planeando este blog lo identificaba con la primera parte de la
Soledad Segunda donde hay una cabaña de un pescador que tiene seis
hijas mujeres y dos varones, todavía no habían nacido mis
chiquititos, así buscaba entre los versos del poema algún título
para el blog; me acuerdo que me parecía ideal el verso 197 de la
Soledad Segunda que dice “concha, si mucha no, capaz ostenta”, ya
lo tenía casi decidido, hasta se lo conté a Patricio, después la
idea no prosperó y encima nacieron Loli y Tótal.
Loli contribuyó al
espacio femenino a tal punto que se ganó a la presidenta como
madrina.
Ahora igual tenemos que
elegir, nos sobran madrinas y padrinos.
Pensando en la cabaña
del pescador, una deuda del fin de semana, nos trajeron canchita de
Perú, tendríamos que haber en algún momento de estos tres días
preparado ceviche, pero no nos dieron ganas de ir a comprar pescado.
Capaz podríamos haber
probado pescar en la pileta.
A lo mejor del fondo del
agua verde salía algún lenguado, alguna merluza, algún abadejo.
A lo mejor del fondo del
agua verde salía Venus con Marte amarrado a su concha.
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