lunes, 24 de noviembre de 2014

Plantas


Todo el fin de semana con la pileta verde.
Probamos con mucho cloro, con clarificador, con alguicida, con filtro, nada.
Por lo menos no tiene olor. A veces cuando se pone verde y la vaciamos, llegando al final los chicos empiezan que parece la playa, que hay olor a mar. Asqueroso, esta vez no.
El agua está limpia pero verde. Los chicos se metieron, invitaron amigos, llenaron la casa de niños, a nadie pareció importarle demasiado el color del agua.
Pili estuvo la mitad del fin de semana terminando un dibujo de plástica, de pop art dijo, dividió la hoja en seis, hizo unas cerezas de diferentes colores y con diferentes fondos, terminó contentísima, el último dibujo de plástica de mi vida, nos lo vino a mostrar, parecía de alguien de segundo grado, un desastre; la otra mitad del fin de semana la pasó estudiando matemática.
El viernes a la noche, a eso de las dos de la mañana parece que vinieron a visitarla unos muchachitos. Nosotros no escuchamos nada, ya dijimos con Luis, a la noche puede venir un elefante, entrar al jardín y comerse todas las plantas que recién nos daríamos cuenta a la mañana siguiente, o a la madrugada cuando se despierta Loli y se pasa a nuestra cama.
Vale estuvo la cuarta parte del fin de semana en casa, se fue el sábado a la tarde y volvió el lunes a la madrugada con Kp que hace mucho que no venía porque estaba estudiando, le creció bastante el pelo. Vale sigue estudiando, tiene el último parcial el miércoles y ya termina el cuatrimestre.

Se me rompió el celular, se me borraron todas las aplicaciones, todas las fotos y todas las canciones. De fondo de pantalla tenía una imagen de la pileta y las plantas, para que no me quedara blanca tuve que sacar otra foto igual pero ahora con el agua verde.
Y en tantas vueltas alrededor de la pileta descubrí que al cactus que me había regalado Soledad hace dos cumpleaños le habían salido como tres flores, descubrí también que las flores de cactus se abren y cierran si les da o no les da el sol.
Planté por vigésima vez una planta de albahaca, que habíamos comprado para hacer unas pizzas el sábado a la noche que vinieron Xime, Guille y Lu. Creo que pasaron veinticuatro horas y que ya se secó.
Entre tanta plantación conversamos con Pili de porros, de límites, de drogas blandas y duras, de inspiración y de inteligencia.
Conversamos también de la imagen esa espantosa, la del cierre que anduvo dando vueltas por la web hasta que la borraron, de posibilidades y de sexualidades.

Ahí me acordé la cantidad de niñas que hay en esta casa, y de que hace mucho, cuando estaba planeando este blog lo identificaba con la primera parte de la Soledad Segunda donde hay una cabaña de un pescador que tiene seis hijas mujeres y dos varones, todavía no habían nacido mis chiquititos, así buscaba entre los versos del poema algún título para el blog; me acuerdo que me parecía ideal el verso 197 de la Soledad Segunda que dice “concha, si mucha no, capaz ostenta”, ya lo tenía casi decidido, hasta se lo conté a Patricio, después la idea no prosperó y encima nacieron Loli y Tótal.
Loli contribuyó al espacio femenino a tal punto que se ganó a la presidenta como madrina.
Ahora igual tenemos que elegir, nos sobran madrinas y padrinos.

Pensando en la cabaña del pescador, una deuda del fin de semana, nos trajeron canchita de Perú, tendríamos que haber en algún momento de estos tres días preparado ceviche, pero no nos dieron ganas de ir a comprar pescado.
Capaz podríamos haber probado pescar en la pileta.
A lo mejor del fondo del agua verde salía algún lenguado, alguna merluza, algún abadejo.
A lo mejor del fondo del agua verde salía  Venus con Marte amarrado a su concha.




No hay comentarios:

Publicar un comentario