viernes, 7 de noviembre de 2014

Últimas cosas


Semana de últimas cosas. De muchas cosas. Podría haber escrito un post por día.

Lunes última clase del año. Esta vez pasaron bastante rápido y no me costaron tanto como otros años.
La mezcla justa entre poesía y teatro. Góngora y Calderón.
La vida es sueño. Hacía mucho que no la daba y no me acordaba que me gustaba tanto.
Además, en algunas de las idas a Puan aproveché para comprarles en la vereda a Maite, Sonsi y Consu unos balis. También a Solange. Me faltó Ro, porque no había talle.
El frío nos aguó el festejo final cervecero con Xime que hizo el aguante todas las clases.
La mayoría de las veces a la salida, veía en la puerta estacionado un Nissan March azul eléctrico, como un recuerdo del futuro o como si me hubiera tomado yo el beleño y el opio de Segismundo.

Martes. Llega Lucas, finalmente lo llamaron de la fiscalía penal o de instrucción o de no sé qué para
un trabajo al que había aplicado hace como un año. Entonces se va a desempeñarse en algo que, a todas luces, va a ser más tranquilo que lo que deja. Martes tristeza, último día del niñero casi perfecto, del cual están enamoradas todas las adolescentes que frecuentan, no que habitan este hogar. Que cuidó desde que tenían un año a Octi y a Estani, que cuidó desde que tenían tres días a Loli y a Tótal.
Si se banca la chapa de la madrina un posible buen padrino.

Miércoles. Día de retazos. El monje Sisebuto del monasterio de Cardeña, las espalderas para el guardapolvo de egresada de Rulito, Loli y Tótal que encontraron la bolsa con los juguetes de la playa en el cuartito del fondo y que creen que la tierra del jardín sobre la que hace mucho que no logramos hacer crecer el pasto es arena y el escritorio una sucursal del arenero, un interesante debate entre adolescentes secundarios tirados en la vereda a los que no les salía el nombre Braden y que cuando, desde el auto, los proveí de la información pusieron tales caras que tuve que aclararles lo que a mí me parecía obvio, que yo en esos momentos no había nacido.
Y más tarde relámpagos brillantes: en Lope que me puede salvar lo que tenga que decir la semana que viene en el congreso de Mar del Plata, en la alta posibilidad de volver al arco en diciembre y en la certeza compartida con Adriana de que como sea siempre seguimos adelante.
Se viene un equipazo que va a dar que hablar.

Jueves.
Tres horas a la mañana pasando el barrefondo, fin de la temporada agua sucia, verde, toda espumas y algas
Tres horas a la tarde organizando el cronograma clases para Pili.
Fin entonces de las posibilidades de que no se lleve materias.
Ahora esperar que no sean tantas y solo a diciembre.
En el lugar dónde llamé me preguntaron cuántas se lleva, le contesto. No son tantas me dicen. No, ya sé les digo y me río. Es que como siempre en estos casos y para desgracia de la pobre Valen, siempre vuelvo a la frase del 18 Brumario, la tragedia y la comedia.
Y en esa línea, la clara percepción del fin de la supremacía cronopios y el comienzo de la dinastía espantapájaros.

Viernes
Madrugada. Loli y Tótal todavía no se van del cuarto y a la noche invaden nuestra cama.
Más The Strain que nos tiene levantados hasta altas horas para después caer rendidos.
Deseo. Que este panorama también termine.
Que vengan rápido las camas, que se acabe rápido la serie, que volvamos a la normalidad. 








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