viernes, 21 de marzo de 2014

Otoño

Llega el otoño, notitas en los cuadernos de comunicaciones del jardín pidiendo hojas secas,que todavía no hay.
Las chicas de la primaria pintan con Lola, su genial profesora de plástica, un árbol al que le ponen hojas que levantan del piso, hace más de diez años, casi quince, desde Valen en primer grado, que cada una trae ese mismo dibujo en la carpeta y todas lo hacen distinto y lindísimo.
En el jardín de casa la pileta se ensucia porque se llena de hojas y el mandarino empieza, mezquino, a largar sus primeras frutas, pocas, muy pocas y verdes muy verdes.
En otoño cumplo años yo y un mes más tarde sigue el otoño y cumple años Consu.
Para el cumple de Consu las mandarinas ya maduran y se caen al piso.
Pero hay que cosecharlas antes porque ni bien tocan la tierra las agarran unas babositas chiquitas que les hacen agujeritos marrones y se pudren en seguida.
El otro día yo estaba en el escritorio y se me aparece Tótal comiendo una mandarinita que se había caído antes, la chupaba justo por el agujero que le había hecho el gusano. Contentísimo.
Antes de que se acabe el otoño el árbol ya queda sin mandarinas y hay que estar atento a ver si el próximo otoño vuelve a dar o se toma un descanso, nos damos cuenta de eso recién en primavera, por el olor de los azahares.
A veces si lo deseamos muy fuerte el perfume aparece antes que las florcitas blancas y obliga al árbol a florecer.
Por ahora hay que esperar y desear con todo el corazón, entre otras cosas, que las mandarinas se pongan amarillas.

Prometo pronto un post más divertido, más cotidiano, menos triste.

2 comentarios:

  1. a mi me hizo reir, y la imagen de Total sonriendo mientras se manduca la mandarina del gusanito me atravesó el corazón

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