sábado, 8 de marzo de 2014

Sala Roja

La sala roja es la más chica de todas las salas del jardín.
Antes era donde estaban los nenes más chicos
Después hicieron una sala de dos, abajo en otro lado.
A la sala roja van los nenes de tres años.

Hoy, a las nueve se levantaron todos los que empezaban las clases. Pensé que la mañana iba a ser más complicada de lo que fue, esas coincidencias que nos pasan solo a nosotros, Luis tenía una audiencia a las 12.00.
Algunos se bañaron, Octi y Estani porque tenían olor a hipopótamo, dijo Estani.
Otras buscaron gomitas para el pelo y se peinaron, forramos cuadernos, arreglé un delantal al que por error el otro día le había arrancado todos los botones y me había quedado con cinco agujeros.
Cociné unas patitas y nos fuimos.

Como no podía ser de otro modo la luz de la nafta del auto se empezó a prender a las dos cuadras.
Como no podía ser de otro modo los semáforos que estuvieron a lo largo del verano funcionando bien se rompieron todos juntos, en el viaje pensé que estaría bueno incluir el tema de los semáforos dentro de las paritarias de los maestros.
Podía ser de otro modo pero como era primer día de clases, viernes, Belgrano y todo eso, un 168 se había incendiado en Moldes y Virrey del Pino y además seguía cortada la barrera de Blanco Encalada.
Pese a todo llegamos al cole con la nafta que había y bastante a horario.
Las tres de la primaria quedaron al cuidado de Ceci y Julio y Valen y Kp. En la vereda les desee feliz comienzo, les dí un beso, y me fui con los otros tres caminando y cuidando que no pisaran caca de perro, al jardín.

Entramos. Todos arriba, agarrados de la baranda. Bandera, himno en el patio, bastante calor, ahí me acordé que Ro hace más o menos un año que nos pide un delantal sin mangas, hoy todas las nenas menos ella lo tenían.
Nos fuimos a las salas, Ro a la sala amarilla esperando al padre que llegó en seguida y yo a la sala roja.

Y ahí en esa sala chiquita llena de nenes no tan chiquitos me acordé de esas épocas en que la sala roja era el primer contacto con el jardín.
Me acordé de Pili que nunca fue porque estaban todos juntos en la sala de cuatro, los rojos y los naranjas.
Me acordé de Diana que para mí siempre va a ser la maestra de la sala roja y me acordé de ese primer día de clase en que Felipe con otros chicos se le escapaban de la sala como pollitos.
Y lo vi ahí, jugando con sus hermanos que afortunadamente se habían bañado, felices, tirados en el piso con los autitos, con el nombre bordado en el delantal y en la democrática bolsita cuadrillé, no como los hermanos que van con un género pegado donde escribimos el nombre con marcador y las mochilas con el dibujo del personaje que les toca en suerte en el reparto.

Y después llegaron Luis y Ro y Valen y Kp y Myriam y me dí cuenta de que a veces el tiempo pasa y está bien que pase.

Y me dí cuenta también por qué ayer a la noche brillaba tanto Marte entre las estrellas.

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