Hace tiempo que estoy pensando en un
post con este título.
El contenido era una
historia que tenía que ver con unas lindísimas amigas que tiene
Pili que le hicieron escuchar unas canciones de Las cosas del querer.
Así, un dia volvió Pili a casa
cantando Herencia gitana.
Y las amigas en una tarde
lograron lo que no pudieron años de Zamorano.
Hoy, luego de un día
largo de trabajo fuera de casa, me disponía a escribirlo, al volver
de mi clase de sevillanas.
Escribir cómo, por
ejemplo, creo que una de las razones por las que Pili no quiso hacer
su fiesta de quince fue que le conté que alguien en una fiesta se
puso el traje típico y bailó una jota delante de todos los
invitados, total nosotros tenemos el traje de mi abuela le dije.
Entiendo que fue por esa remotísima posibilidad.
También podría haber
escrito, entraba dentro de este título de Herencia, que el otro día
finalmente fui a la cancha a ver a Español, que me acompañaron
Luis, Sonsi y Octavio, que Octavio estuvo todo el partido mirando
para el otro lado y festejó el gol de Excursionistas porque creyó
que nos íbamos a casa.
Es decir, escribir cómo
la herencia no existe.
Llegué a casa para
cambiarme,buscar mis zapatos, mis castañuelas y salir a la clase
pero algo no andaba del todo bien.
A la membresía del club
de los vómitos que nos acompañó durante toda la semana santa en la
figura de Tótal y de Consuelo, se habían sumado Maite durante la
noche con el chocolate de infinitos huevos de pascua, Valentina que
le dolía la panza y Luis que no se podía levantar de la cama.
Los lunes no viene Lucas,
viene un chico nuevo, amigo de Kp que estaba piloteando cómo podía
la situación, el como podía implicó, por ejemplo, que estuvo
durante un rato el gas abierto. Claramente hoy las sevillanas no eran
la prioridad.
Me fui a buscar a las
chicas al cole, volví, dejé en casa a Consu que hizo en quince
minutos su segundo megaescándalo ahora porque no había dulce para
merendar, en realidad porque no había visto el dulce para merendar
que estaba en la alacena, el primer capricho había sido a la salida
de la escuela porque no la dejé ir a jugar con sus amigos.
Metí un pollo en el
horno. Llevé a las otras nenas a música y en el intervalo me fui a
la caza de la leche de los precios cuidados, la encontré y compré
diez sachets que duran hasta el miércoles a la mañana.
Volví a buscar a las
chicas, pelé las papas, las puse a cocinar.
Decidí que Tótal y
Dolores ayunaran por las dudas.
Octi se fue a la cuna sin
comer. Ro tenia miedo de que le dieran ganas de vomitar.
Luis dormía
profundamente. Llegó Pili que se había ido a pasear.
Vale no salió de su
cuarto aunque a cada rato intentaba bajar para hacerse un té.
La mesa de la cena estaba
casi desierta, éramos solamente siete.
Lavé los platos. Me
agarró una obsesión que la gente vomitaba porque estaba todo sucio,
me puse a limpiar la cocina.
Acosté a los que
quedaban dando vueltas, a Tótal le dí la teta, confiada en que la
teta cura.
Y así se me hicieron las
doce de la noche y me quedé sin escribir el post de Pili, Miguel de Molina, sus
amigas y lo heredado.
Otra de las canciones que mi preciosa hija volvió cantando ese día fue ésta .
Y recién ahora me doy
cuenta de que en alguna parte dice diez chicos.
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