martes, 22 de abril de 2014

Herencia

Hace tiempo que estoy pensando en un post con este título.
El contenido era una historia que tenía que ver con unas lindísimas amigas que tiene Pili que le hicieron escuchar unas canciones de Las cosas del querer.
Así, un dia volvió Pili a casa cantando Herencia gitana.
Y las amigas en una tarde lograron lo que no pudieron años de Zamorano.

Hoy, luego de un día largo de trabajo fuera de casa, me disponía a escribirlo, al volver de mi clase de sevillanas.
Escribir cómo, por ejemplo, creo que una de las razones por las que Pili no quiso hacer su fiesta de quince fue que le conté que alguien en una fiesta se puso el traje típico y bailó una jota delante de todos los invitados, total nosotros tenemos el traje de mi abuela le dije. Entiendo que fue por esa remotísima posibilidad.
También podría haber escrito, entraba dentro de este título de Herencia, que el otro día finalmente fui a la cancha a ver a Español, que me acompañaron Luis, Sonsi y Octavio, que Octavio estuvo todo el partido mirando para el otro lado y festejó el gol de Excursionistas porque creyó que nos íbamos a casa.
Es decir, escribir cómo la herencia no existe.

Llegué a casa para cambiarme,buscar mis zapatos, mis castañuelas y salir a la clase pero algo no andaba del todo bien.
A la membresía del club de los vómitos que nos acompañó durante toda la semana santa en la figura de Tótal y de Consuelo, se habían sumado Maite durante la noche con el chocolate de infinitos huevos de pascua, Valentina que le dolía la panza y Luis que no se podía levantar de la cama.
Los lunes no viene Lucas, viene un chico nuevo, amigo de Kp que estaba piloteando cómo podía la situación, el como podía implicó, por ejemplo, que estuvo durante un rato el gas abierto. Claramente hoy las sevillanas no eran la prioridad.

Me fui a buscar a las chicas al cole, volví, dejé en casa a Consu que hizo en quince minutos su segundo megaescándalo ahora porque no había dulce para merendar, en realidad porque no había visto el dulce para merendar que estaba en la alacena, el primer capricho había sido a la salida de la escuela porque no la dejé ir a jugar con sus amigos.
Metí un pollo en el horno. Llevé a las otras nenas a música y en el intervalo me fui a la caza de la leche de los precios cuidados, la encontré y compré diez sachets que duran hasta el miércoles a la mañana.
Volví a buscar a las chicas, pelé las papas, las puse a cocinar.
Decidí que Tótal y Dolores ayunaran por las dudas.
Octi se fue a la cuna sin comer. Ro tenia miedo de que le dieran ganas de vomitar.
Luis dormía profundamente. Llegó Pili que se había ido a pasear.
Vale no salió de su cuarto aunque a cada rato intentaba bajar para hacerse un té.
La mesa de la cena estaba casi desierta, éramos solamente siete.
Lavé los platos. Me agarró una obsesión que la gente vomitaba porque estaba todo sucio, me puse a limpiar la cocina.
Acosté a los que quedaban dando vueltas, a Tótal le dí la teta, confiada en que la teta cura.

Y así se me hicieron las doce de la noche y me quedé sin escribir el post de Pili, Miguel de Molina, sus amigas y lo heredado.

Otra de las canciones que mi preciosa hija volvió cantando ese día fue ésta .

Y recién ahora me doy cuenta de que en alguna parte dice diez chicos.

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