viernes, 11 de abril de 2014

Reuniones

Empezadas las clases, las reuniones de la escuela comienzan.

Las del jardín son enseguida, las seños se presentan, les dejamos un mensaje a los chicos de lo que queremos para ellos este año: que jueguen, que crezcan, que se hagan amigos, que aprendan a dibujar, a saltar, a ir a la trepadora, a tocar los chinchines. Son amigables, chiquitas, traen lindos recuerdos.

Tratamos de turnarnos con Luis para no ir todos a todas.

Las de la primaria son un poco distintas, no hacemos dibujos, no dejamos mensajes y escuchamos la tarea que tendrán por delante las criaturas, a esta altura ya nos la sabemos de memoria, no sé cuántas reuniones de padres llevamos encima, pero son muchas, más de cien.

En un día teníamos dos, por suerte en distintos horarios, a la primera que era ni bien entraban los chicos me quedé yo, la otra ya era más tarde, a una hora en la que el tránsito se complica y eso ya se lo dejo a Luis.

Muchos padres esperando en el hall del cole, deben ser los dos grados juntos pensamos.
Había algunos padres nuevos, que no conocía, en eso yo soy la esencia de lo huraño y no presto ya atención a ningún padre que no tenga ubicado de conocerlo de las salas de 3 años.
En ese grupo un coreano que le sacaba fotos al colegio, al patio, a las aulas, como si estuviera en los museos vaticanos o en la Alhambra, se lo veía feliz de estar sacando fotos pero también de haber encontrado ese colegio para su hijo o hija.

Pasamos al aula, efectivamente la reunión era de dos grados juntos, nos reciben las dos maestras. Una quedó momificada en medio del salón, sin decir nada, la otra tomó las riendas de la reunión. Formalidades administrativas, permiso que deniego para que el gobierno de la ciudad filme a los chicos, que le vamos a dar tarea, que la hagan, que llegaron los libros, que lean el cuaderno de comunicaciones y otras cosas más.

Entran padres tarde, la maestra para de hablar, los mira y sigue hablando.
Entra una señora más tarde, se sienta y se queda dormida. Me empiezo a reír.
La maestra termina y pasa la famosa acta que hay que firmar para que si llegás tarde a buscar a los niños alguien competente los pueda llevar a los asilos de la calle Pillado, todos los años es así y este año en el jardín ya los firmamos.
La señora, sentada en el primer pupitre sigue durmiendo.
La maestra se da cuenta de que algo no funciona: el pobre coreano que ahora le estaba sacando fotos al aula, a los bancos y a los pizarrones, no entiende qué es lo que tiene que firmar.

Esboza un “esperen que le explico a esta gente que tiene dificultades” y no puedo evitar acordarme de una reunión hace muchos años en la que una señora no sabía leer, una maestra propuso una actividad y como se dio cuenta dijo sutilmente entre todos nos ayudamos pero una madre fue más directa y le dijo “Fijate la abuela, que no sabe leer”.

Acá era algo parecido, entre la gente con dificultades, sintagma que la maestra repitió por lo menos dos veces más, quedó incluida la señora que dormía, la maestra leía la resolución pero con gestos. Entiendo que consideró que así aclaraba el sentido para los coreanos y para la durmiente.

Yo no podía más de la risa, pensé no puedo ser tan simple de estar riéndome de alguien que no entiende el idioma que a lo mejor tuvo que dejar con lágrimas en los ojos toda su vida en otro país y salir a un país extraño, ni de alguien que se duerme que a lo mejor se levantó a las cinco de la mañana para trabajar. Yo que soy hija de un inmigrante, que puedo dormir hasta las nueve porque estoy en un lugar privilegiado de la sociedad, pero ni así logré dejar de reírme.

La pobre maestra abandonó la glosa de la resolución que claramente no conducía a nada. La señora se despertó y firmó. Una mamá coreana, que había esperado pacientemente que la mujer terminara sus gesticulaciones, se dio vuelta y le explicó al fotógrafo en coreano qué era lo que tenía que firmar, el hombre firmó y siguió con su cámara.


Volví a casa para salir de vuelta no sé para dónde pero antes de irme le dije a Luis, para mí por esta mitad del año se acabaron las reuniones.

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